sábado, 2 de diciembre de 2006

SENTIDO DEL ADVIENTO

El tiempo de Adviento

Comienzo: El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico y empieza el domingo

Término: Adviento viene de adventus, venida, llegada, próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.

Color: La Liturgia en este tiempo es el morado.

Sentido: El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.

Duración: 4 semanas

Partes: Se puede hablar de dos partes del Adviento:

a) desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;

b) desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad.

Personajes: Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.



La Corona de Adviento


Origen: La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos:

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.
Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.
Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

El listón rojo representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

Los domingos de adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.

Sugerencias
a) Es preferible elaborar en familia la corona de Adviento aprovechando este momento para motivar a los niños platicándoles acerca de esta costumbre y su significado.
b) La corona deberá ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver los niños de manera que ellos recuerden constantemente la venida de Jesús y la importancia de prepararse para ese momento. c) Es conveniente fijar con anticipación el horario en el que se prenderán las velas. Toda esta planeación hará que las cosas salgan mejor y que los niños vean y comprendan que es algo importante. Así como con anticipación preparamos la visita de un invitado importante, estamos haciendo esto con el invitado más importante que podemos tener en nuestra familia.
d) Es conveniente también distribuir las funciones entre los miembros de la familia de modo que todos participen y se sientan involucrados en la ceremonia.
Por ejemplo:
un encargado de tener arreglado y limpio el lugar donde irá la corona antes de comenzar con esta tradición navideña.
un encargado de apagar las luces al inicio y encenderlas al final.
un encargado de dirigir el canto o de poner la grabadora con algún villancico.
un encargado de dirigir las oraciones para ponerse en presencia de Dios.
un encargado de leer las lecturas.
un encargado de encender las velas.

Bendición de la Corona de Adviento
En algunas parroquias o colegios se organiza la bendición de las coronas de Adviento.
Si no se pudo asistir a estas celebraciones, la puede llevar a cabo el papá o la mamá con la siguiente oración:

Señor Dios
bendice con tu poder nuestra Corona de Adviento para que, al encenderla,
despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo
practicando las buenas obras, y para que así,
cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.

Bendición comunitaria de la Corona de Adviento durante la Santa Misa

SACERDOTE: Al comenzar este nuevo Año Litúrgico, vamos a bendecir, como comunidad cristiana, esta CORONA con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la LUZ DEL MUNDO. Su color verde significa la vida, nuestra vida de la gracia, y la esperanza de ser mejores y unirnos más como comunidad.

TODOS: POR ESO, AL IR ENCENDIENDO, DOMINGO TRAS DOMINGO, LOS CIRIOS DE LA CORONA, DEBEMOS SIGNIFICAR NUESTRA GRADUAL PREPARACIÓN PARA RECIBIR LA LUZ DE NAVIDAD: JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR, QUE VIENE PARA SALVARNOS.

Sacerdote: Démosle gracias a Dios por esta CORONA, pero especialmente porque nos permite estar reunidos, como comunidad, para darle gracias y bendecirlo.

TODOS: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR, PORQUE SIEMPRE ESTÁS CON NOSOTROS EN EL CAMINO DE LA VIDA Y PORQUE NOS AYUDAS A BENDECIRTE Y A TENERTE PRESENTE CADA DÍA. TE DAMOS GRACIAS POR NUESTRA CONVIVENCIA COMUNITARIA Y POR ESTA CORONA DE ADVIENTO QUE HOY QUEREMOS BENDECIR, O SEA, QUE QUEREMOS PONERLA EN TU NOMBRE PARA QUE SEA EL CENTRO DE NUESTRA ORACIÓN Y REFLEXIÓN COMUNITARIA.

ESCUCHA, PUES, PADRE BUENO, NUESTRAS SÚPLICAS: BENDICE (+) ESTA CORONA DE ADVIENTO, Y AL BENDECIRLA, BENDÍCENOS TAMBIÉN A NOSOTROS COMO COMUNIDAD, DANOS TU PAZ, TU AMOR Y TU UNIDAD. AYÚDANOS A VENCER LAS TENTACIONES. NO NOS DEJES CAER EN EL PECADO QUE NOS APARTA DE TI. ANTES BIEN, AYÚDANOS A PREPARAR LA VENIDA DE TU HIJO JESUCRISTO, LUZ DEL MUNDO, PARA QUE ILUMINE TODA NUESTRA VIDA Y NOS GUÍE POR EL CAMINO DE LA VERDAD Y DEL BIEN, EL QUE VIVE Y REINA CONTIGO, EN LA UNIDAD DEL ESPÍRITU SANTO, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMÉN.

(Se rocía la corona con agua bendita... y se enciende la primera vela...).

Lector: Si encendemos una vela es porque queremos alumbrar, porque queremos tener una señal que pueda ver el que viene hacia nosotros. Es un signo externo de nuestra disposición interior de esperanza.

TODOS: POR ESO, EN ESTE TIEMPO DE ADVIENTO, SEGUIREMOS CON ATENCIÓN Y CON BUENA DISPOSICIÓN, LAS ENSEÑANZAS DE LA PALABRA DE DIOS EN LAS LECTURAS DOMINICALES; Y NOS PREPARAREMOS, DE TODO CORAZON, PARA LA VENIDA DEL SEÑOR A NUESTRA COMUNIDAD PARROQUIAL, A NUESTRA FAMILIA Y A NUESTRA VIDA PERSONAL.

Lector: Su venida histórica, que recordamos cuando el Hijo de Dios nace como Hijo de María, como Hombre para habitar entre los hombres; su venida litúrgica en cada Eucaristía, en su Palabra y en la Comunión; y su venida escatológica, que esperamos con viva fe, al final de los tiempos.

TODOS: POR ESO, ENCENDER UNA VELA TIENE SENTIDO EN LA MEDIDA EN QUE, PERSONAL, FAMILIAR Y COMUNITARIAMENTE, NOS DISPONGAMOS A RECIBIR AL HIJO DE DIOS, A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, QUE VIENE A NOSOTROS PARA SALVARNOS.

Sacerdote: Cristo, en su Evangelio, nos invita a "Velar y a estar preparados, porque no sabemos cuando llegará el momento".

TODOS: POR ESO, NOS COMPROMETEMOS A PREPARARNOS, EN FAMILIA, A TRAVÉS DEL PERDÓN, DE LA COMPRENSIÓN Y DEL AMOR ENTRE ESPOSO Y ESPOSA; ENTRE PADRES E HIJOS; ENTRE HERMANOS Y HERMANAS; Y ENTRE AMIGOS Y COMPAÑEROS.

NOS COMPROMETEMOS, TAMBIÉN, A MANIFESTAR NUESTRO CARIÑO Y BUENA VOLUNTAD PARA CON LOS AMIGOS Y VECINOS SOBRE TODO, ESTANDO DISPUESTOS A PRESTAR AYUDA SI ALGUIEN NECESITA DE NOSOTROS, DE NUESTRO TIEMPO, DE NUESTRO SERVICIO Y DE NUESTRAS COSAS.

Y LE PEDIMOS A DIOS, NUESTRO SEÑOR, SU GRACIA Y SU FUERZA PARA CUMPLIR FIELMENTE ESTOS PROPÓSITOS. POR JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR. AMÉN.

BENDICIÓN SOLEMNE DE ADVIENTO

Sacerdote: Que Dios, omnipotente y misericordioso.

TODOS: NOS SANTIFIQUE CON LA CELEBRACIÓN DE ESTE ADVIENTO Y NOS LLENE DE SUS BENDICIONES, YA QUE CREEMOS QUE CRISTO VINO AL MUNDO Y ESPERAMOS SU RETORNO GLORIOSO. AMÉN.

Sacerdote: Que Dios, fuente de vida y alegría.

TODOS: NOS CONCEDA PERMANECER FIRMES EN LA FE, ALEGRES EN LA ESPERANZA Y EFICACES EN LA CARIDAD. AMÉN.

Sacerdote: Que Dios, origen de toda bondad.

TODOS: NOS ENRIQUEZCA CON LOS PREMIOS ETERNOS CUANDO VENGA DE NUEVO EN LA MAJESTAD DE SU GLORIA. AMÉN.

Sacerdote: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo (+) y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes.

TODOS: AMÉN.

*** ESTA MISMA BENDICIÓN SE PUEDE USAR EN LOS DOMINGOS II, III y IV DE ADVIENTO



Propuestas litúrgico-pastorales para el tiempo de Adviento

«Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida. Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: «Es preciso que él crezca y que yo disminuya» (Jn 3, 30).» (Catecismo de la Iglesia Católica, # 524).

Ponemos a tu alcance algunas iniciativas que pueden ayudar a preparar el tiempo de Adviento.

1. Retiro sobre el tiempo de Adviento

Se podría, preferentemente al inicio del tiempo litúrgico, realizar un retiro para todos los miembros del centro, asociación, etc. con el fin de lograr una mejor preparación con vistas a la Navidad. Los temas están dados por los acentos, personajes y medios que la Iglesia propone para el Adviento.

2. Liturgia semanal sobre el tema de la semana

Durante el transcurso de la semana se puede invitar a las agrupaciones y otras asociaciones a que celebren en su reunión semanal una liturgia que contribuya a profundizar en el tema y acento que la liturgia de la Iglesia propone para cada semana.

3. Campaña de oración

Se puede realizar a lo largo de todo el tiempo de adviento una campaña de oración con el fin de intensificar la vida de oración necesaria para una adecuada preparación para la celebración de la Navidad.

Puede ser hecha invitando a la participación personal y comunitaria (al interior de las Agrupaciones Marianas, por asociaciones en su conjunto, etc.).

Se pueden hacer murales con dibujos (en cuadrículas para ser coloreadas) alusivos a la Navidad. También se puede ir preparando el pesebre con las oraciones: atados de paja o hierba, maderas, etc. pueden simbolizar determinados ejercicios de oración.

Así mismo, sería bueno organizar la oración comunitaria y diaria de la liturgia de las horas (laudes, vísperas y completas) contando con los símbolos propios de este tiempo litúrgico.

4. Celebración navideña para centros apostólicos

Los días más próximos a la Navidad son propicios para realizar en los centros apostólicos alguna celebración navideña. Esta instancia es importante para celebrar comunitariamente nuestra fe, para fortalecer los lazos de comunión entre los miembros del centro apostólico o asociación y para estrechar vínculos con amigos y familiares buscando convertir esta celebración en una ocasión de evangelización.

Esta celebración navideña puede tener varias actividades. Por ejemplo:

Oración inicial
Obra de teatro, de títeres, etc. alusiva a la Navidad
Talentos: poesía, cantos, cuentos, etc.
Liturgia
Tuna Navideña
Chocolatada
Es muy recomendable la participación de personas representativas de las asociaciones, proyectos, etc. Esta celebración debe hacer participar no sólo a algunos cuantos ya que es una instancia de encuentro y participación de todos los miembros del centro apostólico o asociación. Debemos poner muy buena atención a la dimensión apostólica de esta jornada.

5. Concursos

Se puede promover el espíritu de preparación para la Navidad convocando a concursos de distintos talentos: composición de canciones, de villancicos, de cuentos, de poesías, de murales, símbolos y dibujos litúrgicos, etc. La celebración navideña podría ser una buena ocasión para presentar algunos de estos talentos.

6. Colecta y visita a hermanos necesitados

El tiempo de Adviento es muy apropiado para acentuar la vivencia de la caridad y solidaridad con nuestros hermanos más necesitados. Por ello es recomendable organizar una colecta de víveres, ropa y juguetes con el fin de donarlos en el marco de una visita a algún hospital o a un pueblo joven.

Al término de las misas de cada domingo de adviento se pueden repartir cajas de cartón para que cada familia o persona colabore con una familia pobre en esta Navidad. Las personas son invitadas a inscribirse especificando si quiere donar una caja de víveres para una familia de 4, 6 u 8 miembros. En cada caso debe darse al donante una lista de víveres y sus cantidades según el caso.

La visita debe involucrar a la mayor cantidad de gente posible ya que puede ser una magnífica ocasión apostólica. Debe cuidarse que esta visita no sea, por tanto, un mero repartir regalos, sino que debe transmitir lo esencial de nuestra vida de fe.

7. Ambientación de centros apostólicos

Es importante que los ambientes físicos del centro apostólico estén debidamente decorados con motivos de Adviento y de Navidad. Debemos generar un ambiente que favorezca nuestra preparación y espera, nuestra vida de silencio y oración, de encuentro fraterno.

Para lograr una mayor involucración de las personas podría organizarse un concurso de arreglo y decoración por asociaciones y al interior de ellas. También se puede organizar este concurso motivando la participación de familias. (Es importante acentuar la dimensión comunitaria de esta actividad).

Los periódicos murales con artículos y dibujos, carteles con frases alusivas al tiempo litúrgico (por ejemplo: “Ven, Señor Jesús”, “Venga a nosotros tu Reino”, etc.) y/o con dibujos o símbolos litúrgicos, la corona de adviento, el pesebre, el árbol de Navidad, etc. son algunos elementos que pueden favorecer este objetivo.

Hay a disposición de quien lo requiera algunas liturgias de bendición de símbolos propios del tiempo (corona, árbol y pesebre) que podrían servir de ocasión de encuentro y oración entre los miembros del centro y asociaciones.

Así mismo recomendamos el uso de música navideña en momentos oportunos ya que esto también puede ser un buen medio que contribuya en la vivencia del Adviento.

8. Video Forum

La presentación de alguna película que luego pueda ser comentada por los participantes puede favorecer la preparación de la Navidad. Algunas películas de temas apropiados son:

Cuentos de Navidad (distintas versiones)
El cuarto rey mago
9. Donativo de Adviento

En las celebraciones eucarísticas dominicales del MVC durante el tiempo de adviento se realizará la entrega semanal de un donativo para el mantenimiento de las obras apostólicas del Movimiento. Desde cada asociación y/o centro apostólico emevecista se debe promover y apoyar esta iniciativa.

10. Celebraciones eucarísticas

Nuestras celebraciones litúrgicas eucarísticas pueden ser enriquecidas a través de distintos medios:

Bendición de la corona de Adviento (ver Bendicional)
Encendido progresivo, semana tras semana, de los cirios de la corona de Adviento
Bendición del nacimiento de la capilla (ver Bendicional)
Rito de inauguración del año litúrgico con procesión del leccionario dominical
Utilización del rito de aspersión de agua bendita, por lo menos los domingos, y sobre todo desde la segunda parte del Adviento (en la línea de una expectativa gozosa por el Don de Dios)
Austeridad en la decoración de la capilla: flores, adornos, etc.
Austeridad en el uso de instrumentos musicales para algunos cantos de la celebración
Uso de dibujos de símbolos litúrgicos
Colocación en un lugar visible de la capilla de una canasta para los víveres, etc. que la comunidad irá donando en el transcurso del tiempo de Adviento



deas para vivir el Adviento


Autor: Teresa Fernández

Durante el tiempo de Adviento se puede escoger alguna de las opciones que presentamos a continuación para vivir cada día del Adviento y llegar a la Navidad con un corazón lleno de amor al niño Dios.

1. Pesebre y pajas:

En esta actividad se va a preparar un pesebre para el Niño Dios el día de su nacimiento. El pesebre se elaborará de paja para que al nacer el niño Dios no tenga frío y la paja le dé el calor que necesita. Con las obras buenas de cada uno de los niños, se va a ir preparando el pesebre. Por cada buena obra que hagan los niños, se pone una pajita en el pesebre hasta el día del nacimiento de Cristo.

2. Vitral del Nacimiento:

En algún dibujo en el que se represente el Nacimiento los niños podrán colorear algunas parte de éste cada vez que lleven a cabo una obra buena para irlo completando para la Navidad.

3. Calendario Tradicional de Adviento:

En esta actividad se trata de que los niños hagan ellos mismos un calendario de Adviento en donde marquen los días del Adviento y escriban sus propios propósitos a cumplir. Pueden dibujar en la cartulina el día de Navidad con la escena del nacimiento de Jesús. Los niños diario revisarán los propósitos para ir preparando su corazón a la Navidad. Este calendario lo podrán llevar a la Iglesia el día de Navidad si así lo desean.

Se sugieren los siguientes propósitos:

Ayudaré en casa en aquello que más me cueste trabajo.
Rezaré en familia por la paz del mundo.
Ofreceré mi día por los niños que no tienen papás ni una casa donde vivir.
Obedeceré a mis papás y maestros con alegría.
Compartiré mi almuerzo con una sonrisa a quien le haga falta.
Hoy cumpliré con toda mi tarea sin quejarme.
Ayudaré a mis hermanos en algo que necesiten.
Ofreceré un sacrificio por los sacerdotes.
Rezaré por el Papa.
Daré gracias a Dios por todo lo que me ha dado.
Llevaré a cabo un sacrificio.
Leeré algún pasaje del Evangelio.
Ofreceré una comunión espiritual a Jesús por los que no lo aman.
Daré un juguete o una ropa a un niño que no lo tenga.
No comeré entre comidas.
En lugar de ver la televisión ayudaré a mi mamá en lo que necesite.
Imitaré a Jesús en su perdón cuando alguien me moleste.
Pediré por los que tienen hambre y no comeré dulces.
Rezaré un Ave María para demostrarle a la Virgen cuanto la amo.
Hoy no pelearé con mis hermanos.
Saludaré con cariño a toda persona que me encuentre.
Hoy pediré a la Santísima virgen por mi país.
Leeré el nacimiento de Jesús en el Evangelio de S. Lucas 2, 1-20.
Abriré mi corazón a Jesús para que nazca en él.
4. Los que esperaban a Cristo:

En esta actividad se trata de lograr hacer una lista con 24 ó 28 nombres (dependiendo del número de días del Adviento) de personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento que esperaban la venida del Mesías. Se buscarán en la Biblia, se dibujarán los personajes y se recortarán. Atrás, se les pondrá el nombre de quién es y qué dijo o hizo este personaje. Se puede utilizar como juego.

Algunos personajes que se pueden incluir:

Abraham: Dios le dijo a Abraham que su descendencia iba a ser numerosa como las estrella del cielo y lasa arenas del mar, y sí fue.
David: Dios le dijo al rey David que el Mesías iba a ser de su familia.
Isaías: Dios le dijo al profeta Isaías que el Mesías iba a nacer de la Virgen.
Jeremías: Dios le dijo al profeta Jeremías que cuando naciera el Mesías, Él iba a dar a los hombres un corazón nuevo para conocerlo y amarlo mucho.
Ezequiel: Dios le dijo al profeta Ezequiel que el Mesías iba a resucitar.
Miqueas: Dios le dijo al profeta Miqueas en Belén iba a nacer su Hijo.
Oseas: Dios le dijo al profeta Oseas que de Egipto iba a llamar a su Hijo.
Zacarías: Dios le dijo al profeta Zacarías que su hijo iba a entrar en Jerusalén montado en burro.
Hombres Sabios o Reyes Magos: esperaban la venida del Salvador de los hombres.
Los pastores: Fueron avisados por un ángel del gran acontecimiento.


Los Personajes del Adviento

Isaías: figura de espera por la Salvación
Juan Bautista: figura de preparación
María: Virgen de la esperanza y Madre del Salvador

1.-LA FIGURA DE LA ESPERA: ISAÍAS

La elección de las lecturas de Adviento nos ha puesto en frecuente contacto con Isaías.
Conviene reflexionar un poco sobre su personalidad.Los textos evangélicos no dicen nada de la personalidad del profeta Isaías, pero le citan. Incluso podemos decir que, a menudo, se le adivina presente en el pensamiento y hasta en las palabras de Cristo. Es el profeta por excelencia del tiempo de la espera; está asombrosamente cercano, es de los nuestros, de hoy. Lo está por su deseo de liberación, su deseo de lo absoluto de Dios; lo es en la lógica bravura de toda su vida que es lucha y combate; lo es hasta en su arte literario, en el que nuestro siglo vuelve a encontrar su gusto por la imagen desnuda pero fuerte hasta la crudeza. Es uno de esos violentos a los que les es prometido por Cristo el Reino.

Todo debe ceder ante este visionario, emocionado por el esplendor futuro del Reino de Dios que se inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia. Encontramos en Isaías ese poder tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, sin otra alternativa y como pesándole lo que le dicta el Señor.

El profeta apenas es conocido por otra cosa que sus obras, pero éstas son tan características que a través de ellas podemos adivinar y amar su persona. Sorprendente proximidad de esta gran figura del siglo VIII antes de Cristo, que sentimos en medio de nosotros, cotidianamente, dominándonos desde su altura espiritual.

Isaías vivió en una época de esplendor y prosperidad. Rara vez los reinos de Judá y Samaría habían conocido tal optimismo y su posición política les permite ambiciosos sueños. Su religiosidad atribuye a Dios su fortuna política y su religión espera de él nuevos éxitos. En medio de este frágil paraíso, Isaías va a erguirse valerosamente y a cumplir con su misión: mostrar a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia.Perteneciente sin duda a la aristocracia de Jerusalén, alimentado por la literatura de sus predecesores, sobre todo Amós y Oseas, Isaías prevé como ellos, inspirado por su Dios, lo que será la historia de su país. Superando la situación presente en la que se entremezclan cobardías y compromisos, ve el castigo futuro que enderezará los caminos tortuosos.Lodts escribe de los profetas: "Creyendo quizá reclamar una vuelta atrás, exigían un salto hacia adelante. Estos reaccionarios eran, al mismo tiempo, revolucionarios". Así las cosas, Isaías fue arrebatado por el Señor "el año de la muerte del rey Ozías", hacia el año 740, cuando estaba en el templo, con los labios purificados por una brasa traída por un serafín (Is 6, 113). A partir de este momento, Isaías ya no se pertenece. No porque sea un simple instrumento pasivo en las manos de Yahvé; al contrario, todo su dinamismo va a ponerse al servicio de su Dios, convirtiéndose en su mensajero. Mensajero terrible que anuncia el despojo de Israel al que sólo le quedará un pequeño soplo de vida.Los comienzos de la obra de Isaías, que originarán la leyenda del buey y del asno del pesebre, marcan su pensamiento y su papel. Yahvé lo es todo para Israel, pero Israel, más estúpido que el buey que conoce a su dueño, ignora a su Dios (Is 1, 2-3).

La Doncella va a dar a Luz

Pero Isaías no se aislará en el papel de predicador moralizante. Y así se convierte para siempre en el gran anunciador de la Parusía, de la venida de Yahvé. Así como Amós se había levantado contra la sed de dominación que avivaba la brillante situación de Judá y Samaría en el siglo VIII, Isaías predice los cataclismos que se desencadenarán en el día de Yahvé (Is 2, 1-17). Ese día será para Israel el día del juicio.
Para Isaías, como más tarde para San Pablo y San Juan, la venida del Señor lleva consigo el triunfo de la justicia. Por otra parte, los capítulos 7 al 11 nos van a describir al Príncipe que gobernará en la paz y la justicia (ls 7, 10-17).
Es fundamental familiarizarse con el doble sentido de este texto. A aquel que no entre en la realidad ambivalente que comunica, le será totalmente imposible comprender la Escritura, incluso ciertos pasajes del Evangelio, y vivir plenamente la liturgia.
En efecto, en el evangelio del primer domingo de Adviento sobre el fin del mundo y la Parusía, los dos significados del Adviento dejan constancia de ese fenómeno propiamente bíblico en el que una doble realidad se significa por un mismo y único acontecimiento. El reino de Judá va a pasar por la devastación y la ruina.
El nacimiento de Emmanuel, "Dios con nosotros", reconfortará a un reino dividido por el cisma de diez tribus. El anuncio de este nacimiento promete, pues, a los contemporáneos de Isaías y a los oyentes de su oráculo, la supervivencia del reino, a pesar del cisma y la devastación. Príncipe y profeta, ese niño salvará por sí mismo a su país.

La Edad de Oro

Pero, por otra parte, la presentación literaria del oráculo y el modo de insistir Isaías en el carácter liberador de este niño, cuyo nacimiento y juventud son dramáticos, hacen presentir que el profeta ve en este niño la salvación del mundo. Isaías subraya en sus ulteriores profecías los rasgos característicos del Mesías. Aquí se contenta con apuntarlos y se reserva para más tarde el tratarlos uno a uno y modelarlos. El profeta describe así a este rey justo: (Is. 11, 1-9).

Ezequías va a subir al trono y este poema se escribe para él. Pero, ¿cómo un hombre frágil puede reunir en sí tan eminentes cualidades? ¿No vislumbra Isaías al Mesías a través de Ezequías? La Iglesia lo entiende así y hace leer este pasaje, sobre la llegada del justo, en los maitines del segundo domingo de Adviento.En el capítulo segundo de su obra, hemos visto a Isaias anunciando una Parusía que a la vez será un juicio. En el capitulo 13, describe la caída de Babilonia tomada por Ciro. Y de nuevo, se nos invita a superar este acontecimiento histórico para ver la venida de Yahvé en su "día". La descripción de los cataclismos que se producirán la tomará Joel y la volveremos a encontrar en el Apocalipsis (Is 13, 9-ll).
Esta venida de Yahvé aplastará a aquel que haya querido igualarse a Dios. El Apocalipsis de Juan tomará parecidas imágenes para describir la derrota del diablo (cap. 14).

En los maitines del 4.° domingo de Adviento, volvemos a encontrarle en el momento que describe el advenimiento de Yahvé: "La tierra abrasada se trocará en estanque, y el país árido en manantial de aguas" (35, 7). Se reconoce el tema de la maldición de la creación en el Génesis.Pero vuelve Yahvé que va a reconstruir el mundo. Al mismo tiempo, Isaías profetiza la acción curativa de Jesús que anuncia el Reino: "Los ciegos ven, los cojos andan", signo que Juan Bautista toma de este poema de Isaías (35, 5-6).

Podríamos sintetizar toda la obra del profeta reduciéndola a dos objetivos:

El primero, llegar a la situación presente, histórica, y remediarla luchando.
El segundo, describir un futuro mesiánico más lejano, una restauración del mundo.
Así vemos a Isaías como un enviado de su Dios al que ha visto cara a cara. El profeta no cesa de hablar de él en cada línea de su obra. Y, sin embargo, en sus descripciones se distingue por mostrar cómo Yahvé es el Santo y, por lo tanto, el impenetrable, el separado, Aquel que no se deja conocer. O, más bien, se le conoce por sus obras que, ante todo, es la justicia. Para restablecerla, Yahvé interviene continuamente en la marcha del mundo.


2.-LA FIGURA DE LA PREPARACIÓN: JUAN BAUTISTA
Isaías está presente en Juan Bautista, como Juan Bautista está presente en aquél al que ha preparado el camino y que dirá de él: "No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista".
San Lucas nos cuenta con detalle el anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1, 5-25).

Esta extraña entrada en escena de un ser que se convertirá en uno de los más importantes jalones de la realización de los planes divinos es muy del estilo del Antiguo Testamento. Todos los seres vivos debían ser destruidos por el diluvio, pero Noé v los suyos fueron salvados en el arca. Isaac nace de Sara, demasiado anciana para dar a luz. David, joven y sin técnica de combate, derriba a Goliat.

Moisés, futuro guía del pueblo de Israel, es encontrado en una cesta (designada en hebreo con la misma palabra que el arca) y salvado de la muerte. De esta manera, Dios quiere subrayar que Él mismo toma la iniciativa de la salvación de su pueblo.

El anuncio del nacimiento de Juan es solemne. Se realiza en el marco litúrgico del templo.
Desde la designación del nombre del niño, "Juan", que significa "Yahvé es favorable", todo es concreta preparación divina del instrumento que el Señor ha elegido.

Su llegada no pasará desapercibida y muchos se gozarán en su nacimiento (Lc 1, 14); se abstendrá de vino y bebidas embriagantes, será un niño consagrado y, como lo prescribe el libro de los Números (6, 1), no beberá vino ni licor fermentado. Juan es ya signo de su vocación de asceta. El Espíritu habita en él desde el seno de su madre. A su vocación de asceta se une la de guía de su pueblo (Lc 1, 17).

Precederá al Mesías, papel que Malaquías (3, 23) atribuía a Elías. Su circuncisión, hecho característico, muestra también la elección divina: nadie en su parentela lleva el nombre de Juan (Lc 1, 61), pero el Señor quiere que se le llame así cambiando las costumbres. El Señor es quien le ha elegido, es él quien dirige todo y guía a su pueblo.

Benedictus Deus Israelei

El nacimiento de Juan es motivo de un admirable poema que, a la vez, es acción de gracias y descripción del futuro papel del niño. Este poema lo canta la Iglesia cada día al final de los Laudes reavivando su acción de gracias por la salvación que Dios le ha dado y en reconocimiento porque Juan sigue mostrándole "el camino de la paz".

Juan Bautista es el signo de la irrupción de Dios en su pueblo. El Señor le visita, le libra, realiza la alianza que había prometido.
El papel del precursor es muy preciso: prepara los caminos del Señor (Is 40, 3), da a su pueblo el "conocimiento de la salvación.Todo el afán especulativo y contemplativo de Israel es conocer la salvación, las maravillas del designio de Dios sobre su pueblo. El conocimiento de esa salvación provoca en él la acción de gracias, la bendición, la proclamación de los beneficios de Dios que se expresa por el "Bendito sea el Señor, Dios de Israel".

Esta es la forma tradicional de oración de acción de gracias que admira los designios de Dios. Con estos mismos términos el servidor de Abrahán bendice a Yahvé (Gn 24, 26). Así también se expresa Jetró, suegro de Moisés, reaccionando ante el relato admirable de lo que Yahvé había hecho para librar a Israel de los egipcios (Ex 18, 10). La salvación es la remisión de los pecados, obra de la misericordiosa ternura de nuestro Dios (Lc 1, 77-78).

Juan deberá, pues, anunciar un bautismo en el Espíritu para remisión de los pecados. Pero este bautismo no tendrá sólo este efecto negativo. Será iluminación. La misericordiosa ternura de Dios enviará al Mesías que, según dos pasajes de Isaías (9, 1 y 42, 7), recogidos por Cristo (Jn 8, 12), "iluminará a los que se hallan sentados en tinieblas y sombras de muerte" (Lc 1, 79).El papel de Juan, "allanar el camino del Señor". El lo sabe y se designa a sí mismo, refiriéndose a Isaías (40, 3), como la voz que clama en el desierto: "Allanad el camino del Señor". Más positivamente todavía, deberá mostrar a aquel que está en medio de los hombres, pero que éstos no le conocen (Jn 1, 26) y a quien llama, cuando le ve venir: "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29).Juan corresponde y quiere corresponder a lo que se ha dicho y previsto sobre él. Debe dar testimonio de la presencia del Mesías. El modo de llamarle indica ya lo que el Mesías representa para él: es el "Cordero de Dios".
El Levítico, en el capítulo 14, describe la inmolación del cordero en expiación por la impureza legal. Al leer este pasaje, Juan el evangelista piensa en el servidor de Yahvé, descrito por Isaías en el capítulo 53, que lleva sobre sí los pecados de Israel. Juan Bautista, al mostrar a Cristo a sus discípulos, le ve como la verdadera Pascua que supera la del Éxodo (12, 1) y de la que el universo obtendrá la salvación.Toda la grandeza de Juan Bautista le viene de su humildad y ocultamiento: "Es preciso que él crezca v que yo disminuya" (Jn 3, 30).

Todos verán la salvación de Dios

El sentido exacto de su papel, su voluntad de ocultamiento, han hecho del Bautista una figura siempre actual a través de los siglos. No se puede hablar de él sin hablar de Cristo, pero la Iglesia no recuerda nunca la venida de Cristo sin recordar al Precursor. No sólo el Precursor está unido a la venida de Cristo, sino también a su obra, que anuncia: la redención del mundo y su reconstrucción hasta la Parusía. Cada año la Iglesia nos hace actual el testimonio de Juan y de su actitud frente a su mensaje.De este modo, Juan esta siempre presente durante la liturgia de Adviento. En realidad, su ejemplo debe permanecer constantemente ante los ojos de la Iglesia. La Iglesia, y cada uno de nosotros en ella, tiene como misión preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia. Pero recibirla exige la conversión.Entrar en contacto con Cristo supone el desprendimiento de uno mismo. Sin esta ascesis, Cristo puede estar en medio de nosotros sin ser reconocido (Jn l, 26).

Como Juan, la Iglesia y sus fieles tienen el deber de no hacer pantalla a la luz, sino de dar testimonio de ella (Jn 1, 7). La esposa, la Iglesia, debe ceder el puesto al Esposo. Ella es testimonio y debe ocultarse ante aquel a quien testimonia. Papel difícil el estar presente ante el mundo, firmemente presente hasta el martirio. como Juan, sin impulsar una "institución" en vez de impulsar la persona de Cristo. Papel misionero siempre difícil el de anunciar la Buena Noticia y no una raza, una civilización, una cultura o un país: "Es preciso que él crezca v que yo disminuya" (Jn 3, 30). Anunciar la Buena Noticia y no una determinada espiritualidad, una determinada orden religiosa, una determinada acción católica especializada; como Juan, mostrar a sus propios discípulos donde está para ellos el "Cordero de Dios" y no acapararlos como si fuéramos nosotros la luz que les va a iluminar.Esta debe ser una lección siem presente y necesaria, así como también la de la ascesis del desierto y la del recogimiento en el amor para dar mejor testimonio.

La elocuencia del silencio en el desierto es fundamental a todo verdadero y eficaz anuncio de la Buena Noticia. Orígenes escribe en su comentario sobre San Lucas (Lc 4): En cuanto a mí, pienso que el misterio de Juan, todavía hoy, se realiza en el mundo". La Iglesia, en realidad, continúa el papel del Precursor; nos muestra a Cristo, nos encamina hacia la venida del Señor.Durante el Adviento, la gran figura del Bautista se nos presenta viva para nosotros, hombres del siglo XX, en camino hacia el día de Cristo. El mismo Cristo, tomando el texto de Malaquías (3,1), nos habla de Juan como "mensajero" (4); Juan se designa a sí mismo como tal. San Lucas describe a Juan como un predicador que llama a la conversión absoluta y exige la renovación: "Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntos". Así se expresaba Isaías (40, 5-6) en un poema tomado por Lucas para mostrar la obra de Juan. Se trata de una renovación, de un cambio, de una conversión que reside, sobre todo, en un esfuerzo para volver a la caridad, al amor a los otros (Lc 3, 10-14).
Lucas resume en una frase toda la actividad de Juan:
"Anunciaba al pueblo la Buena Noticia" (Lc 3, 18).

Preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia, es el papel de Juan y el que nos exhorta a que nosotros desempeñemos.
Hoy, este papel no es más sencillo que en los tiempos de Juan y nos incumbe a cada uno de nosotros.

El martirio de Juan tuvo su origen en la franca honestidad con que denunció el pecado.
Juan Bautista anunció al Cordero de Dios. Fue el primero que llamó así a Cristo.
Citemos aquí el bello Prefacio introducido en nuestra liturgia para la fiesta del martirio de San Juan Bautista, que resume admirablemente su vida y su papel:

"Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos. El fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes al Cordero que quita el pecado del mundo. El bautizó en el Jordán al autor del bautismo, y el agua viva tiene desde entonces poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo".

3. LA FIGURA DE LA ESPERANZA : VIRGEN MARÍA

La primera venida del Señor se realizó gracias a ella. Y, por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada. Hoy, que preparamos, cada año, una nueva venida, los ojos de la Iglesia se vuelven a ella, para aprender, con estremecimiento y humildad agradecida, cómo se espera y cómo se prepara la venida del Emmanuel: del Dios con nosotros. Más aún, para aprender también cómo se da al mundo el Salvador.
Sobre el papel de la Virgen María en la venida del Señor, la liturgia del Adviento ofrece dos síntesis, en los prefacios II y IV de este tiempo:

"...Cristo Señor nuestro, a quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al Misterio de su Nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza".

"Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el Misterio de la Virgen Madre. Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno de la Hija de Sión ha germinado aquél que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo nuestro Salvador. Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria..."

La Virgen Inmaculada fue y sigue siendo el personaje de los personajes del Adviento: de la venida del Señor. Por eso, cada día, durante el Adviento, se evoca, se agradece, se canta, se glorifica y enaltece a aquella que fue la que accedió libremente a ser la madre de nuestro Salvador "el Mesías, el Señor" (Lc 2,11).

Entresaco tres textos de los tantos que uno se encuentra en honor de la Bienaventurada Madre de Dios, en todo este Misterio preparado y realizado. Son de la solemnidad de santa María Madre de Dios:

"¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad" (antífona de las primeras Vísperas).

"La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno; la que lo ha engendrado tiene al mismo tiempo el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca, ni se verá de nuevo. Aleluya" (antífona de Laudes).

"Por el gran amor que Dios nos tiene, nos ha mandado a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado: nacido de una mujer, nacido bajo la ley. Aleluya" (antífona del Magníficat primeras Vísperas).

A partir de la segunda parte del Adviento, la preponderancia de la Madre Inmaculada es tan grande, que ella aparece como el centro del Misterio preparado e iniciado. Así las lecturas evangélicas del IV Domingo, en los tres ciclos, están dedicadas a María. Y en las misas propias de los días 17 al 24, correspondientes a las antífonas de la O, todo gira alrededor de ella. Y con razón.

"Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen" (Tercia) - "El ángel Gabriel saludó a María, diciendo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres" (Sexta) - "María dijo: ¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad" (Nona).

En las vísperas del primer domingo de Adviento, la antífona del Magnificat está tomada del evangelio de la anunciación: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo".

El lunes de esta primera semana, en las vísperas, la antífona del Magnificat será: "El ángel del Señor anunció a María y concibió por obra del Espíritu Santo".

En las vísperas del jueves se canta: "Bendita tú entre las mujeres". En las vísperas del segundo domingo de Adviento: "Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". En los laudes del miércoles hay una lectura tomada del capítulo 7 de Isaías: "Mirad: la Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel...". El responsorio del viernes después de la segunda lectura del oficio, está tomado del evangelio de la anunciación en Lc 1, 26, etc... Y podríamos continuar con una larga enumeración.

Esta enumeración interesa porque muestra cómo la presencia de la Virgen es constante en los Oficios de Adviento, así como en el recuerdo de la primera venida de su Hijo y en la tensión de su vuelta al final de los tiempos.

Aunque Navidad es para María la fiesta más señalada de su maternidad, el Adviento, que prepara esta fiesta, es para ella un tiempo de elección y de particular preparación.


Teología y Espiritualidad del Adviento

A la luz de la liturgia de la Iglesia y de sus contenidos podemos resumir algunas líneas del pensamiento teológico y de la vivencia existencial de este tiempo de gracia.
1. Adviento, tiempo de Cristo: la doble venida

La teología litúrgica del Adviento se mueve, en las dos líneas enunciadas por el Calendario romano: la espera de la Parusía, revivida con los textos mesiánicos escatológicos del AT y la perspectiva de Navidad que renueva la memoria de alguna de estas promesas ya cumplidas aunque si bien no definitivamente.

El tema de la espera es vivido en la Iglesia con la misma oración que resonaba en la asamblea cristiana primitiva: el Marana-tha (Ven Señor) o el Maran-athá (el Señor viene) de los textos de Pablo (1 Cor 16,22) y del Apocalipsis (Ap 22,20), que se encuentra también en la Didaché, y hoy en una de las aclamaciones de la oración eucarística. Todo el Adviento resuena como un "Marana-thá" en las diferentes modulaciones que esta oración adquiere en las preces de la Iglesia.

La palabra del Antiguo Testamento invita a repetir en la vida la espera de los justos que aguardaban al Mesías; la certeza de la venida de Cristo en la carne estimula a renovar la espera de la última aparición gloriosa en la que las promesas mesiánicas tendrán total cumplimiento ya que hasta hoy se han cumplido sólo parcialmente. El primer prefacio de Adviento canta espléndidamente esta compleja, pero verdadera realidad de la vida cristiana.

El tema de la espera del Mesías y la conmemoración de la preparación a este acontecimiento salvífico toma pronto su auge en los días feriales que preceden a la Navidad. La Iglesia se siente sumergida en la lectura profética de los oráculos mesiánicos. Hace memoria de nuestros Padres en la Fe, patrísticas y profetas, escucha a Isaías, recuerda el pequeño núcleo de los anawim de Yahvé que está allí para esperarle: Zacarías, Isabel, Juan, José, María.

El Adviento resulta así como una intensa y concreta celebración de la larga espera en la historia de la salvación, como el descubrimiento del misterio de Cristo presente en cada página del AT, del Génesis hasta los últimos libros Sapienciales. Es vivir la historia pasada vuelta y orientada hacia el Cristo escondido en el AT que sugiere la lectura de nuestra historia como una presencia y una espera de Cristo que viene.

En el hoy de la Iglesia, Adviento es como un redescubrir la centralidad de Cristo en la historia de la salvación. Se recuerdan sus títulos mesiánicos a través de las lecturas bíblicas y las antífonas: Mesías, Libertador, Salvador, Esperado de las naciones, Anunciado por los profetas... En sus títulos y funciones Cristo, revelado por el Padre, se convierte en el personaje central, la clave del arco de una historia, de la historia de la salvación.

2. Adviento tiempo por excelencia de María, la Virgen de la espera

Es el tiempo mariano por excelencia del Año litúrgico. Lo ha expresado con toda autoridad Pablo VI en la Marialis Cultus, nn. 3-4.

Históricamente la memoria de María en la liturgia ha surgido con la lectura del Evangelio de la Anunciación antes de Navidad en el que con razón ha sido llamado el domingo mariano prenatalicio.

Hoy el Adviento ha recuperado de lleno este sentido con una serie de elementos marianos de la liturgia, que podemos sintetizar de la siguiente manera:

- Desde los primeros días del Adviento hay elementos que recuerdan la espera y la acogida del misterio de Cristo por parte de la Virgen de Nazaret.

- La solemnidad de la Inmaculada Concepción se celebra como "preparación radical a la venida del Salvador y feliz principio de la Iglesia sin mancha ni arruga ("Marialis Cultus 3).

- En las ferias del 17 al 24 el protagonismo litúrgico de la Virgen es muy característico en las lecturas bíblicas, en el tercer prefacio de Adviento que recuerda la espera de la Madre, en algunas oraciones, como la del 20 de diciembre que nos trae un antiguo texto del Rótulo de Ravena o en la oración sobre las ofrendas del IV domingo que es una epíclesis significativa que une el misterio eucarístico con el misterio de Navidad en un paralelismo entre María y la Iglesia en la obra del único Espíritu.

En una hermosa síntesis de títulos. I. Calabuig presenta en estas pinceladas la figura de la Virgen del Adviento:

- Es la "llena de gracia", la "bendita entre las mujeres", la "Virgen", la "Esposa de Jesús", la "sierva del Señor".

- Es la mujer nueva, la nueva Eva que restablece y recapitula en el designio de Dios por la obediencia de la fe el misterio de la salvación.

- Es la Hija de Sion, la que representa el Antiguo y el Nuevo Israel.

- Es la Virgen del Fiat, la Virgen fecunda. Es la Virgen de la escucha y de la acogida.

En su ejemplaridad hacia la Iglesia, María es plenamente la Virgen del Adviento en la doble dimensión que tiene siempre en la liturgia su memoria: presencia y ejemplaridad. Presencia litúrgica en la palabra y en la oración, para una memoria grata de Aquélla que ha transformado la espera en presencia, la promesa en don. Memoria de ejemplaridad para una Iglesia que quiere vivir como María la nueva presencia de Cristo, con el Adviento y la Navidad en el mundo de hoy.

En la feliz subordinación de María a Cristo y en la necesaria unión con el misterio de la Iglesia, Adviento es el tiempo de la Hija de Sión, Virgen de la espera que en el "Fiat" anticipa el Marana thá de la Esposa; como Madre del Verbo Encarnado, humanidad cómplice de Dios, ha hecho posible su ingreso definitivo, en el mundo y en la historia del hombre.

3. Adviento, tiempo de la Iglesia misionera y peregrina

La liturgia con su realismo y sus contenidos pone a la Iglesia en un tiempo de características y expresiones espirituales: la espera, la esperanza, la oración por la salvación universal.

Preparándonos a la fiesta de Navidad, nosotros pensamos en los justos del AT que han esperado la primera venida del Mesías. Leemos los oráculos de sus profetas, cantamos sus salmos y recitamos sus oraciones. Pero nosotros no hacemos esto poniéndonos en su lugar como si el Mesías no hubiese venido todavía, sino para apreciar mejor el don de la salvación que nos ha traído. El Adviento para nosotros es un tiempo real. Podemos recitar con toda verdad la oración de los justos del AT y esperar el cumplimiento de las profecías porque éstas no se han realizado todavía plenamente; se cumplirán con la segunda venida del Señor. Debemos esperar y preparar esta última venida.

En el realismo del Adviento podemos recoger algunas actualizaciones que ofrecen realismo a la oración litúrgica y a la participación de la comunidad:

- La Iglesia ora por un Adviento pleno y definitivo, por una venida de Cristo para todos los pueblos de la tierra que todavía no han conocido al Mesías o no lo reconocen aún al único Salvador.

- La Iglesia recupera en el Adviento su misión de anuncio del Mesías a todas las gentes y la conciencia de ser "reserva de esperanza" para toda la humanidad, con la afirmación de que la salvación definitiva del mundo debe venir de Cristo con su definitiva presencia escatológica.

- En un mundo marcado por guerras y contrastes, las experiencias del pueblo de Israel y las esperas mesiánicas, las imágenes utópicas de la paz y de la concordia, se convierten reales en la historia de la Iglesia de hoy que posee la actual "profecía" del Mesías Libertador.

- En la renovada conciencia de que Dios no desdice sus promesas -¡lo confirma la Navidad!- la Iglesia a través del Adviento renueva su misión escatológica para el mundo, ejercita su esperanza, proyecta a todos los hombres hacia un futuro mesiánico del cual la Navidad es primicia y confirmación preciosa.

A la luz del misterio de María, la Virgen del Adviento, la Iglesia vive en este tiempo litúrgico la experiencia de ser ahora "como una María histórica" que posee y da a los hombres la presencia y la gracia del Salvador.

La espiritualidad del Adviento resulta así una espiritualidad comprometida, un esfuerzo hecho por la comunidad para recuperar la conciencia de ser Iglesia para el mundo, reserva de esperanza y de gozo. Más aún, de ser Iglesia para Cristo, Esposa vigilante en la oración y exultante en la alabanza del Señor que viene.


Liturgias Familiares de Adviento
Liturgia con la corona
Celebración de la Corona de Adviento siguiendo la Historia de la Salvación
Celebración de la Corona analizando la Presencia de Jesús y sus Enseñanzas en la Vida Familiar
Buscando Posada para Santa María y San José
Primera liturgia semanal con la corona de Adviento

INDICACIONES

La corona sin ninguna vela encendida. Crear un ambiente recogido, con poca luz. Es recomendable colocar una imagen de la Virgen al lado de la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la primera vela de la corona.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

TODOS: Que hizo el cielo la tierra.

MONITOR: Comenzamos un nuevo año litúrgico con el tiempo de Adviento, tiempo de preparación y espera. Encender, semana tras semana, los cuatro cirios de esta corona debe ser un reflejo de nuestra gradual preparación para recibir al Señor Jesús en la Navidad. Las luces de las velas nos recuerdan que Él es la Luz del mundo que ha venido a disipar las tinieblas. El color verde de la corona simboliza la vida y la esperanza que Él nos ha venido a traer.

LECTOR: Lectura tomada del libro del profeta Isaías: "Levántate, brilla, Jerusalén; que llega tu luz y la gloria del Señor amanece sobre ti. Pues mira como la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos, mas sobre ti amanece el Señor y su gloria sobre ti aparece".

MONITOR: Quien dirige la oración, con las manos juntas, dice:

Nos recogemos unos instantes en silencio, e inclinando nuestras cabezas, vamos a pedir que el Señor bendiga esta corona de Adviento.

Oremos.

La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor Jesús,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas,
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona
con ramos del bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar
el tiempo de preparación
para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor,
que, mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines
con el esplendor de Aquel que,
por ser la Luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
Te lo pedimos por Él mismo
que vive y reina por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.

MONITOR: Vamos a encender ahora la primera vela de nuestra corona mientras cantamos OS ANUNCIAMOS (u otro canto apropiado).

(Una persona encienda la primera vela mientras se entona un canto de Adviento, por ejemplo) CANTAD CON GOZO, CON ILUSIÓN, YA SE ACERCA EL SEÑOR.

1. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Segunda liturgia semanal con la corona de Adviento

INDICACIONES

La corona al inciar la liturgia debe estar encendida la primera vela. Crear un ambiente recogido, con poca luz. Es recomendable colocar una imagen de la Virgen al lado de la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la primera vela de la corona.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Vamos a encender la segunda vela de nuestra corona. El Señor está cada vez más cerca de nosotros y debemos prepararnos dignamente para recibirlo en nuestros corazones. Hagamos un momento de silencio para elevar nuestra oración al Señor.

LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

"En el año quince del imperio de Tiberio César,siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso será recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios".

MONITOR: Debemos preparar el camino del Señor y esto nos exige estar preparados interiormente para la venida del Señor Jesús, para que lo recibamos con un corazón reconciliado, cada vez más convertido y transformado, capaz de amar y entregarse a los demás. Hagamos un compromiso concreto para esta semana que nos ayude a disponenrnos cada vez mejor para su venida. (Se deja un momento de silencio)

MONITOR: Mientras encendemos la segunda vela de nuestra corona cantemos: OS ANUNCIAMOS (u otro canto apropiado).

(Una persona enciende la segunda vela mientras se entona el canto, de ser posible durante la segunda estrofa)

CANTAD CON GOZO, CON ILUSIÓN YA SE ACERCA EL SEÑOR.

1. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor.

2. Os anunciamos el gozo de Adviento con la segunda llama ardiendo; el primer ejemplo Cristo nos dio, vivid unidos en el amor.

MONITOR: Elevemos ahora nuestras peticiones a Dios Padre y respondamos a cada una de ella: VEN SEÑOR JESÚS.

LECTOR: Te pedimos, Padre, por nuestra Santa Iglesia Católica que se prepara para la venida de tu Hijo, para que que siempre tengamos fijos los ojos en Aquél que nos trae la reconciliación.

VEN SEÑOR JESÚS

Te rogamos por la paz en el mundo, para que en este tiempo de Adviento se viva con mayor intensidad el amor y la solidaridad.

VEN SEÑOR JESÚS

Te pedimos, Padre, por cada uno de nosotros, para que hagamos esfuerzos por caminar al encuentro del Señor Jesús, que es la "Luz del Mundo".

VEN SEÑOR JESÚS

Te rogamos también por nuestra familia, para que a ejemplo de la familia de Nazaret vivimos el amor mutuo y nos preparemos para la venida de tu Hijo.

VEN SEÑOR JESÚS

Te pedimos que Santa María aliente nuestros pasos en este Adviento, y sea Ella quien nos enseñe a crecer en confianza y esperanza en la venida del Reconciliador.

VEN SEÑOR JESÚS (se pueden añadir otras peticiones)

MONITOR: Acudamos a nuestra Madre para que nos obtenga abundantes gracias que nos ayuden a prepararnos, de la misma manera como Ella lo hizo, para recibir al Señor Jesús. Recemos junto un Ave María. Terminemos este momento de oración cantando LOS CIELOS Y LA TIERRA.

LOS CIELOS Y LA TIERRA EN TI SE ENCONTRARÁN,
MARÍA, DULCE ABRAZO QUE EL HOMBRE Y DIOS SE DAN.

1. Las viejas profecías que hablaban del Señor nutrían la esperanza de Israel: la flor que nacería de tierra virginal, un Hijo que sería el Emmanuel.

2. Quien hizo las estrellas al Ángel te envió, que fueras Madre suya te pidió. Dios Todopoderoso no quiso renunciar al gozo de acunarse en tu querer.

3. Los magos y pastores que fueron al portal hallaron en tus brazos a Jesús. Sabemos que a tu lado lo vamos a encontrar lo mismo en la alegría que en la Cruz.

MONITOR: Madre de la Esperanza…

TODOS: Ruega por nosotros.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Tercera liturgia semanal con la corona de Adviento

INDICACIONES

La corona al inciar la liturgia deben estar encendidas la primera y la segunda vela de la corona. Crear un ambiente recogido, con poca luz. Es recomendable colocar una imagen de la Virgen al lado de la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la tercera vela de la corona.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Estamos ya en la tercera semana de Adviento: aumenta nuestra alegría y nuestro jubilo por la venida del Señor Jesús, que estpa cada vez más cerca de nosotros. Empecemos nuestra oración cantando VEN PRONTO SEÑOR (u otro canto apropiado).

1. ¡Oh Pastor de la Casa de Israel!, trae a tu pueblo la ansiada salvación. Verbo Eterno de la boca del Padre, fuiste anunciado por labios de profeta.

¡VEN PRONTO, SEÑOR!
¡LLEGA, OH SALVADOR! (2v)
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
¡VEN, LIBERADOR!

¡CIELOS, LLOVED VUESTRA JUSTICIA!
¡ÁBRETE, TIERRA,
HAZ GERMINAR AL SALVADOR! (2v)

2. El clamor de los pueblos se levanta. Hijo de David, las naciones te esperan. Queremos la llegada de tu Reino. Ven a liberar del pecado a los pueblos.

3. Emmanuel, Salvador de las naciones, eres esperanza del pueblo peregrino. Sol naciente, esplendor de la justicia, Tú nos salvarás con tu brazo poderoso.

4. Esperanza de una Mujer humilde: Ella es la Virgen que pronto dará a luz. Silenciosa, espera al Salvador: llega ya la hora de la liberación.

MONITOR: Vamos a encender la tercera vela de nuestra corona de Adviento. El Señor está más cerca de nosotro sy nos ilumina cada vez más. Abramos nuestro corazón, que muchas veces está en tinieblas, a la luz admirable de su amor.

LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

"La gente le preguntaba: "Pues ¿qué debemos hacer?"

Y él les respondía: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, haga lo mismo". Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?"

Él les dijo: "No exijáis más de lo que os está fijado". Preguntáronle también unos soldados: "Y nosotros ¿qué debemos hacer?"

Él les dijo: "No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada".

Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos diciendo: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con guego que no se apaga".

Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva".

MONITOR: Vamos a encender la tercera vela de nuestra corona. Cantemos OS ANUNCIAMOS (u otro canto apropiado)

CANTAD CON GOZO, CON ILUSIÓN
YA SE ACERCA EL SEÑOR.

1. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor.

2. Os anunciamos el gozo de Adviento con la segunda llama ardiendo; el primer ejemplo Cristo nos dio, vivid unidos en el amor.

3. Os anunciamos el gozo de Adviento con la tercera llama ardiendo; el mundo que vive en la oscuridad brille con esta gran claridad.

MONITOR: Acudamos ahora a Santa María, que colaborando con el Plan del Padre permitió que la luz del Señor ilumine a la humanidad, y pidámosle que siga intercediendo por nosotros en este tiempo de preparación. Recemos juntos la oración.

Brillante Luna de la Nueva Evangelización,
que con tu fulgor iluminas la noche por la que tantos deambulan sin rumbo en el rumbo de la "cultura de muerte"
alumbra todo humano caminar con la luz del Señor Jesús
que sin igual sabes reflejar. Que así sea. Amén.

MONITOR: Terminemos nuestra oración cantando MADRE NUESTRA (u otro canto apropiado).

MADRE NUESTRA, QUE EN MEDIO DE LA NOCHE
DISTE AL MUNDO LA LUZ DEL REDENTOR,
DANOS HOY OTRA VEZ AL ESPERADO,
QUE ANDAMOS COMO OVEJAS SIN PASTOR. (2v)

1. María se llamaba la Virgen que ante el Ángel, aceptando el llamado un "Sí" rotundo dio. En esa Madre nuestra el que hizo tierra y cielo, Dios Todopoderoso, un día se encarnó.

2. Aquel a quien adoran el sol y las estrellas, el que viste las flores y amansa el fiero mar, Dios que a todos ama, con toda su grandeza del seno de María muy pronto nacerá.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cuarta liturgia semanal con la corona de Adviento

INDICACIONES

La corona al inciar la liturgia deben estar encendidas las anteriores velas de la corona. Crear un ambiente recogido, con poca luz. Es recomendable colocar una imagen de la Virgen al lado de la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la tercera vela de la corona.

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Monitor: Alegrémonos porque el Señor está cerca de nosotros y viene a traernos la reconciliación. Encenderemos la cuarta y última vela de nuestra corona. Que este símbolo nos recuerde la proximidad de la venida del Señor Jesús, que viene a traernos alegría y esperanza. Iniciemos la oración de esta semana cantando MORADA DE LA LUZ (u otro canto apropiado)

CELEBREMOS UNIDOS A LA VIRGEN MARÍA,
PORQUE ESTÁBAMOS CIEGOS Y NOS DIO A LUZ EL DÍA,
PORQUE ESTÁBAMOS TRISTES Y NOS DIO LA ALEGRÍA.

1. Mujer tan silenciosa y encumbrada, ahora más que el sol, recibes en tu vientre al mismo Dios, al que es tu Creador.

2. Lo que Eva en una tarde misteriosa buscando nos perdió, Tú, Madre, lo devuelves florecido en fruto salvador.

3. Tú que eres bella puerta del Rey sumo, Morada de la Luz, la puerta nos abriste de los cielos al darnos a Jesús.

LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

"En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque , apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" Y dijo María: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su sierva, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada."

MONITOR: La presencia del Señor Jesús entre nosotros nos llena de gozo y alegría. Es la Madre quien nos lo hace cercano, quien permite que esa Luz llegue a nosotros e ilumine nuestra vida. En compañía de Santa María encendamos la última vela de nuestra corona de Adviento mientras cantamos OS ANUNCIAMOS (u otro canto apropiado).

(Una persona enciende la cuarta vela mientras se entona el canto, de ser posible durante la cuarta estrofa)

CANTAD CON GOZO, CON ILUSIÓN,
YA SE ACERCA EL SEÑOR.

1. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor.

2. Os anunciamos el gozo de Adviento con la segunda llama ardiendo; el primer ejemplo Cristo nos dió, vivid unidos en el amor.

3. Os anunciamos el gozo de Adviento con la tercera llama ardiendo; el muro que vive en la oscuridad brille con esta claridad.

4. Os anunciamos el gozo de Adviento mirad la cuarta llama ardiendo; el Señor está cerca, fuera el temor, estar a punto es lo mejor.

(Se pueden hacer alguna peticiones acudiendo a la intercesión de la Virgen María respondiendo después de cada petición:

POR INTERCESIÓN DE TU MADRE, ESCÚCHANOS SEÑOR.)

MONITOR: Oremos.

Padre misericordioso, que quisiste que tu Hijo se encarnara en el seno de Santa María Virgen, escucha nuestra súplicas y concédenos tu gracia para que sepamos acoger al Señor Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

MÁS CELEBRACIONES CON LA CORONA DE ADVIENTO


a) Celebración de la Corona de Adviento siguiendo la Historia de la Salvación.
Primer Domingo de Adviento
La promesa de salvación.

Para empezar:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el Génesis, capítulo 3:

Adán y Eva se dejaron engañar por el demonio al pensar que podían saber más que Dios y hacer lo que Él había prohibido. Así comenzó el pecado en el mundo y todo se volvió obscuridad para el hombre, pues el pecado nos aleja de Dios. Pero Dios prometió enviarnos a un Salvador.

Vela:
Se enciende la primera vela, que es la vela del arrepentimiento. El color de la vela nos recuerda que es un tiempo de penitencia, de conversión.

Oración:
Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos la familia para tu llegada el día de Navidad.
Te lo pedimos, Señor.

Para terminar:
Te damos gracias, Señor, por mandarnos a tu Hijo a salvarnos y te pedimos ayuda para preparar nuestro corazón a la venida de Cristo.
Amén.

Cantar:
Se puede concluir con una canción que todos conozcan. Se sugiere "Ven, ven, Señor, no tardes".

Ven, Ven Señor, no tardes
Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor, no tardes
Ven, pronto Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.



Segundo Domingo de Adviento
La alianza con Noé.

Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se enciende la vela del domingo anterior, recordando que existía un poco de luz por la promesa del Salvador a pesar del pecado de Adán y Eva. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el Génesis, capítulo 7 y 8:

En la historia de Noé, se ve como el pecado se fue extendiendo en el mundo y los hombres cada vez más se olvidaban de su amor y mandamientos. El arca de Noé nos recuerda el deseo de Dios de salvar a los hombres. El arco iris es el símbolo que nos recuerda el amor de Dios hacia los hombres.

Vela:
Se enciende la segunda vela, que es la vela de la promesa de Navidad, de la promesa de la venida del Salvador.

Oración:
Te pedimos que nos ayudes a no alejarnos
de Ti por las cosas materiales, las prisas, los regalos. Te pedimos nos ayudes a vivir cerca de Ti estos días y siempre.

Reflexión:
Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura del Génesis del Arca de Noé:
En la familia ¿qué nos está alejando de Ti en estos momentos? ¿A qué le estamos dando mayor importancia en nuestra vida?

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede compartir cuáles son sus propósitos para mejorar en la semana.

Para terminar:
Te damos gracias Señor por mandarnos
a tu Hijo a salvarnos y te pedimos ayuda
para preparar nuestro corazón para su venida.
Amén.

Cantar: "Levántate, pueblo mío"

Levántate pueblo mío;
pueblo mío levántate,
viene el Señor.

Brilla ya en tus calles,
en tus plazas
y en los hombres
donde hay amor.

Levántate pueblo mío,
despierta porque sale el sol,
su fuego brilla en la mañana,
el viento canta su voz.

Alégrate pueblo mío,
ya llega nuestro Salvador
Su luz nos llena de esperanza
su fuego alegra el corazón.

Su reino es de justicia,
de esperanza,
su reino es de salvación.



Tercer Domingo de Adviento:
Los Mandamientos


Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las dos velas de los domingos anteriores recordando cómo la luz fue regresando para el hombre con la promesa de salvación y con la alianza de Noé. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el libro del Éxodo :

Moisés fue escogido por Dios para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Este es un símbolo de la liberación del pecado por la venida de Jesús al mundo. Más adelante, Dios le da los diez mandamientos a Moisés en el monte Sinaí, con los que nos muestra el camino para la salvación y se abre una luz en la vida de los hombres.

Vela:
Se enciende la tercera vela, que representa al amor de Jesús por los hombres.

Oración:
Te pedimos Señor nos ayudes a cumplir
con tus mandamientos para poder acercarnos
a Ti durante toda nuestra vida.

Reflexión:
Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura anterior:
En la familia: ¿cómo estamos cumpliendo los mandamientos de Dios? ¿Qué mandamiento nos está costando más trabajo cumplir?

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede compartir cuáles son sus propósitos para mejorar esta semana.

Para terminar:
Te damos gracias Señor por dejarnos un camino
a seguir con tus mandamientos
y te pedimos nos ayudes a cumplirlos
para preparar nuestro corazón a tu venida. Amén.

Cantar: "Allanad los caminos"

Hay que allanar las sendas de la vida,
porque el Señor está cerca. (bis)

Los ojos de los ciegos se han despegado.
Las lenguas de los mudos cantan tu gloria,
los cojos han saltado como los ciervos:
todo quiere hacerse vida.

Estad siempre alegres en el Señor.
Sed fieles y constantes en el orar.
Guardaos de maldades y desprecios:
Dios cumple sus promesas.

Si quieres que cumpla las profecías;
si quieres la gloria de tu Señor;
si quieres que tu Dios venga a visitarte:
Cuida y limpia sus caminos.



Cuarto Domingo de Adviento
La Anunciación

Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las tres velas de los domingos anteriores recordando cómo se fue haciendo la luz para los hombres en la promesa de salvación, en la alianza con Noé y la alianza con Moisés. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el pasaje de La anunciación de San Lucas 1, 26-38:
Con el mensaje que el ángel lleva a María se hace realidad la promesa de salvación a los hombres. Gracias a su "sí" se pudieron llevar a cabo los planes de dios para el mundo.

Vela:
Se enciende la cuarta vela que representa la llegada de Cristo a los corazones.

Oración:
Señor, te pedimos nos ayudes a estar
siempre dispuestos a dar un "sí"
a lo que nos pidas en nuestras vidas.

Reflexión:
Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura anterior:
¿Cómo hemos cumplido con lo que Dios nos ha mandando en nuestras vidas? ¿Qué tanto hemos aceptado la voluntad de Dios en nuestras vidas?
¿Estamos dispuestos a dar un sí a lo que Dios nos pida?

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede decir cuáles son sus propósitos para mejorar en la semana.

Para terminar:
Te damos gracias, Señor, por haber enviado
a tu Hijo a salvarnos y
por darnos una Madre en el Cielo.
Amén.

Cantar: "Dijo que sí María"

Dijo que sí María, cuando al amanecer
pudo ofrecer su casa al Santo de Israel.
Era un jardín la Virgen, Dios quiso ser clavel,
nunca mi pobre tierra, fuera tan buen vergel.

Dijo que sí María y al recibirle a Él
en su morada humilde nos acogió también,
Madre de Dios y nuestra, Virgen de Nazaret,
En tu jardín de amores yo quiero florecer.

Dijo que sí María cuando al amanecer,
supo Dios quería en su jardín nacer.
nunca mi pobre tierra fuera tan buen vergel
Dijo que sí María cuando al amanecer,
Dios la envolvió en su sombra.

B) Celebración de la Corona de Adviento analizando la presencia de Jesucristo y sus enseñanzas en la vida familiar.

Primer Domingo de Adviento
El amor familiar.

Para comenzar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se apagan las luces y se lee el texto de San Juan 3, 7-11:
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios. Y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió a su Hijo único. A Dios nadie lo ha visto nunca, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros.

-Esta es palabra de Dios.
-Te alabamos Señor.

Oración:
Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos la familia para tu llegada el día de Navidad.

Vela:
Encender la primera vela recordando qué significa penitencia, conversión de corazón.

Para reflexionar:
Hacer la siguiente pregunta ¿Cómo hemos amado este año en nuestra familia? El que desee responder en alto, lo puede hacer.

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia dirá cuáles serán sus propósitos para mejorar y hará un compromiso para cumplirlos durante la semana.

Oración:
Dios Padre, gracias por darnos una familia. Te pedimos que, ahora que comienza el adviento, en nuestra familia podamos demostrarnos el amor que nos tenemos y vivamos cada día más unidos. Te pedimos llenar nuestro hogar de tu amor divino. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de la mano y rezan juntos el Padre nuestro. Se encienden las luces y se canta una canción.

Para cantar: "Ven, Ven, Señor, no tardes"

Ven, ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.


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Segundo domingo de adviento
La servicialidad en la familia.

Para empezar: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se enciende la vela del domingo anterior, se apagan las luces y se lee el Evangelio de san Marcos 10, 43.45:
No ha de ser así entre vosotros; antes, si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, sea siervo de todos, pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.
-Esta es palabra de Dios.
-Te alabamos, Señor.

Vela:
Se enciende la segunda vela de Adviento.

Para reflexionar:
Guardar unos minutos en silencio y hacer la siguiente pregunta: En nuestro hogar ¿cómo nos ayudamos unos a otros diariamente? Cada miembro de la familia, si lo desea, puede responder en voz alta la respuesta.

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada quien dirá cual será su propósito a cumplir en la semana.

Para orar:
Padre, que nos has dado una familia en la que todos nos ayudamos y somos felices, te pedimos bendecir nuestros trabajos y tareas de todos los días para que cumplamos con más ganas y alegría la tarea que nos toca hacer a cada uno de los miembros de esta familia en nuestro hogar. Amén.

Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de las manos y rezan juntos un padrenuestro. Se encienden las luces y se canta una canción.

Para cantar:
Cantar la canción "Amar es entregarse"

Amar es entregarse olvidándose de sí
buscando lo que al otro pueda hacer feliz.

Qué lindo es vivir para amar
Qué grande es tener para dar
Dar alegría, felicidad
Darse uno mismo, eso es amar.

Si te amas como a ti mismo
y te entregas a los demás,
verás que no hay egoísmo
que no puedas superar.

Qué lindo es vivir para amar
Qué grande es tener para dar
dar alegría y felicidad
darse uno mismo eso es amar.


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Tercer domingo de adviento
Ser mejor en familia.

Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las dos velas de los domingos anteriores, se apagan las luces y se lee la lectura del Evangelio según San Mateo 5, 13-16:

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Para nada aprovecha ya, sino para tirarla y que la pisen los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad asentada sobre un monte, ni se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa. así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo nuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.

-Esta es palabra de Dios.
-Gloria a ti, Señor Jesús.

Vela:
Se enciende la tercera vela de Adviento.

Para reflexionar:
Después de la lectura anterior, se guardan unos minutos en silencio y se hace la siguiente pregunta: ¿qué hago yo para que mi familia sea mejor? Cada miembro de la familia puede responder en voz alta si desea.

Propósitos:
Cada miembro de la familia puede decir cuál es su propósito durante la semana y se comprometerá a cumplirlo.

Para orar:
Padre, en nuestra familia crecemos y aprendemos a ser mejores, te pedimos hoy que nos ayudes a ser una familia cristiana y ser un buen ejemplo para los que nos rodean, Te pedimos fuerzas para mejorar o cambiar lo que sea necesario de nosotros para que nuestra familia sea mejor cada día. Amén.

Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de la mano y rezan juntos el Padre nuestro. Se encienden las luces y se canta una canción.

Para cantar: "Jesús ¿quién eres Tú?

Jesús ¿quién eres Tu?
tan pobre al nacer, que mueres en cruz.
Tú das paz al ladrón,
inquietas al fiel, prodigas perdón.
Tú, siendo creador,
me quieres a mí, que soy pecador.
Tú dueño y Señor
me pides a mí, salvar la Creación.
Jesús ¿quién eres Tú?
tan pobre al nacer, que mueres en cruz.
Tú das paz al ladrón
inquietas al fiel, prodigas perdón.
Tú, dueño y Señor
me pides a mi salvar la creación
Jesús ¿quién eres Tú?

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Cuarto domingo de adviento
La presencia de Dios en nuestra familia

Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las tres velas de los domingos anteriores y se lee la lectura del Evangelio según San Mateo 7, 24-25:
Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre roca.
-Esta es palabra de Dios.
-Gloria a Ti Señor Jesús.

Vela:
Encender la última vela del Adviento.

Para reflexionar:
Guardar unos minutos en silencio y hacer la siguiente pregunta: ¿De qué manera se ha manifestado la presencia de Dios en nuestra familia durante el año? ¿Lo hemos dejado actuar o le hemos estorbado? Cada uno podrá responder si desea.

Propósitos:
Después de la lectura anterior, cada uno de los miembros de la familia, dirá cuál es su propósito para la semana y se comprometerá a cumplirlo.

Para orar:
Padre, que nos has dado una familia en la cuál te hemos conocido y amado, ayúdanos a vivir teniéndote siempre presente en nuestras vidas. Te pedimos que en esta Navidad nos regales el quedarte con nosotros en nuestros corazones y sentir que vives en nuestro hogar, en nuestras familias. Amén.

Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de las manos para rezar juntos un Padrenuestro. Se encienden las luces y se canta una canción.

Para cantar: "El camino que lleva a Belén".

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ropo pom pom, ropo pom pom.

Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios.
Yo quisiera traer a tus pies
algún presente que te alabe Señor
más Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropo pom, pom, ropo pom, pom


Sentido del Adviento


«El Adviento y la Navidad han experimentado un incremento de su aspecto externo y festivo profano tal que en el seno de la Iglesia surge de la fe misma una aspiración a un Adviento auténtico: la insuficiencia de ese ánimo festivo por sí sólo se deja sentir, y el objetivo de nuestras aspiraciones es el núcleo del acontecimiento, ese alimento del espíritu fuerte y consistente del que nos queda un reflejo en las palabras piadosas con que nos felicitamos las pascuas. ¿Cuál es ese núcleo de la vivencia del Adviento?

Podemos tomar como punto de partida la palabra «Adviento»; este término no significa «espera», como podría suponerse, sino que es la traducción de la palabra griega parusía, que significa «presencia», o mejor dicho, «llegada», es decir, presencia comenzada. En la antigüedad se usaba para designar la presencia de un rey o señor, o también del dios al que se rinde culto y que regala a sus fieles el tiempo de su parusía. Es decir, que el Adviento significa la presencia comenzada de Dios mismo. Por eso nos recuerda dos cosas: primero, que la presencia de Dios en el mundo ya ha comenzado, y que él ya está presente de una manera oculta; en segundo lugar, que esa presencia de Dios acaba de comenzar, aún no es total, sino que esta proceso de crecimiento y maduración. Su presencia ya ha comenzado, y somos nosotros, los creyentes, quienes, por su voluntad, hemos de hacerlo presente en el mundo. Es por medio de nuestra fe, esperanza y amor como él quiere hacer brillar la luz continuamente en la noche del mundo. De modo que las luces que encendamos en las noches oscuras de este invierno serán a la vez consuelo y advertencia: certeza consoladora de que «la luz del mundo» se ha encendido ya en la noche oscura de Belén y ha cambiado la noche del pecado humano en la noche santa del perdón divino; por otra parte, la conciencia de que esta luz solamente puede —y solamente quiere— seguir brillando si es sostenida por aquellos que, por ser cristianos, continúan a través de los tiempos la obra de Cristo. La luz de Cristo quiere iluminar la noche del mundo a través de la luz que somos nosotros; su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de nosotros. Cuando en la noche santa suene una y otra vez el himno Hodie Christus natus est, debemos recordar que el inicio que se produjo en Belén ha de ser en nosotros inicio permanente, que aquella noche santa es nuevamente un «hoy» cada vez que un hombre permite que la luz del bien haga desaparecer en él las tinieblas del egoísmo (...) el niño ‑ Dios nace allí donde se obra por inspiración del amor del Señor, donde se hace algo más que intercambiar regalos.

Adviento significa presencia de Dios ya comenzada, pero también tan sólo comenzada. Esto implica que el cristiano no mira solamente a lo que ya ha sido y ya ha pasado, sino también a lo que está por venir. En medio de todas las desgracias del mundo tiene la certeza de que la simiente de luz sigue creciendo oculta, hasta que un día el bien triunfará definitivamente y todo le estará sometido: el día que Cristo vuelva. Sabe que la presencia de Dios, que acaba de comenzar, será un día presencia total. Y esta certeza le hace libre, le presta un apoyo definitivo (...)».

Alegraos en el Señor

(...) «“Alegraos, una vez más os lo digo: alegraos”. La alegría es fundamental en el cristianismo, que es por esencia evangelium, buena nueva. Y sin embargo es ahí donde el mundo se equivoca, y sale de la Iglesia en nombre de la alegría, pretendiendo que el cristianismo se la arrebata al hombre con todos sus preceptos y prohibiciones. Ciertamente, la alegría de Cristo no es tan fácil de ver como el placer banal que nace de cualquier diversión. Pero sería falso traducir las palabras: «Alegraos en el Señor» por estas otras: «Alegraos, pero en el Señor», como si en la segunda frase se quisiera recortar lo afirmado en la primera. Significa sencillamente «alegraos en el Señor», ya que el apóstol evidentemente cree que toda verdadera alegría está en el Señor, y que fuera de él no puede haber ninguna. Y de hecho es verdad que toda alegría que se da fuera de él o contra él no satisface, sino que, al contrario, arrastra al hombre a un remolino del que no puede estar verdaderamente contento. Por eso aquí se nos hace saber que la verdadera alegría no llega hasta que no la trae Cristo, y que de lo que se trata en nuestra vida es de aprender a ver y comprender a Cristo, el Dios de la gracia, la luz y la alegría del mundo. Pues nuestra alegría no será auténtica hasta que deje de apoyarse en cosas que pueden sernos arrebatadas y destruidas, y se fundamente en la más íntima profundidad de nuestra existencia, imposible de sernos arrebatada por fuerza alguna del mundo. Y toda pérdida externa debería hacernos avanzar un paso hacia esa intimidad y hacernos más maduros para nuestra vida auténtica.

Así se echa de ver que los dos cuadros laterales del tríptico de Adviento, Juan y María, apuntan al centro, a Cristo, desde el que son comprensibles. Celebrar el Adviento significa, dicho una vez más, despertar a la vida la presencia de Dios oculta en nosotros. Juan y María nos enseñan a hacerlo. Para ello hay que andar un camino de conversión, de alejamiento de lo visible y acercamiento a lo invisible. Andando ese camino somos capaces de ver la maravilla de la gracia y aprendemos que no hay alegría más luminosa para el hombre y para el mundo que la de la gracia, que ha aparecido en Cristo. El mundo no es un conjunto de penas y dolores, toda la angustia que exista en el mundo está amparada por una misericordia amorosa, está dominada y superada por la benevolencia, el perdón y la salvación de Dios. Quien celebre así el Adviento podrá hablar con derecho de la Navidad feliz bienaventurada y llena de gracia. Y conocerá cómo la verdad contenida en la felicitación navideña es algo mucho mayor que ese sentimiento romántico de los que la celebran como una especie de diversión de carnaval».

Estar preparados...

«En el capitulo 13 que Pablo escribió a los cristianos en Roma, dice el Apóstol lo siguiente: “La noche va muy avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistamos las armas de la luz. Andemos decentemente y como de día, no viviendo en comilonas y borracheras, ni en amancebamientos y libertinajes, ni en querellas y envidias, antes vestíos del Señor Jesucristo...” Según eso, Adviento significa ponerse en pie, despertar, sacudirse del sueño. ¿Qué quiere decir Pablo? Con términos como “comilonas, borracheras, amancebamientos y querellas” ha expresado claramente lo que entiende por «noche». Las comilonas nocturnas, con todos sus acompañamientos, son para él la expresión de lo que significa la noche y el sueño del hombre. Esos banquetes se convierten para San Pablo en imagen del mundo pagano en general que, viviendo de espaldas a la verdadera vocación humana, se hunde en lo material, permanece en la oscuridad sin verdad, duerme a pesar del ruido y del ajetreo. La comilona nocturna aparece como imagen de un mundo malogrado. ¿No debemos reconocer con espanto cuan frecuentemente describe Pablo de ese modo nuestro paganizado presente? Despertarse del sueño significa sublevarse contra el conformismo del mundo y de nuestra época, sacudirnos, con valor para la virtud v la fe, sueño que nos invita a desentendernos a nuestra vocación y nuestras mejor posibilidades. Tal vez las canciones del Adviento, que oímos de nuevo esta semana se tornen señales luminosas para nosotros que nos muestra el camino y nos permiten reconocer que hay una promesa más grande que la el dinero, el poder y el placer. Estar despiertos para Dios y para los demás hombres: he ahí el tipo de vigilancia a la que se refiere el Adviento, la vigilancia que descubre la luz y proporciona más claridad al mundo».

Juan el Bautista y María

«Juan el Bautista y María son los dos grandes prototipos de la existencia propia del Adviento. Por eso, dominan la liturgia de ese período. ¡Fijémonos primero en Juan el Bautista! Está ante nosotros exigiendo y actuando, ejerciendo, pues, ejemplarmente la tarea masculina. Él es el que llama con todo rigor a la metanoia, a transformar nuestro modo de pensar. Quien quiera ser cristiano debe “cambiar” continuamente sus pensamientos. Nuestro punto de vista natural es, desde luego, querer afirmarnos siempre a nosotros mismos, pagar con la misma moneda, ponernos siempre en el centro. Quien quiera encontrar a Dios tiene que convertirse interiormente una y otra vez, caminar en la dirección opuesta. Todo ello se ha de extender también a nuestro modo de comprender la vida en su conjunto. Día tras día nos topamos con el mundo de lo visible. Tan violentamente penetra en nosotros a través de carteles, la radio, el tráfico y demás fenómenos de la vida diaria, que somos inducidos a pensar que sólo existe él. Sin embargo, lo invisible es, en verdad, más excelso y posee más valor que todo lo visible. Una sola alma es, según la soberbia expresión de Pascal, más valiosa que el universo visible. Mas para percibirlo de forma vida es preciso convertirse, transformarse interiormente, vencer la ilusión de lo visible y hacerse sensible, afinar el oído y el espíritu para percibir lo invisible. Aceptar esta realidad es más importante que todo lo que, día tras día, se abalanza violentamente sobre nosotros. Metanoeite: dad una nueva dirección a vuestra mente, disponedla para percibir la presencia de Dios en el mundo, cambiad vuestro modo de pensar, considerar que Dios se hará presente en el mundo en vosotros y por vosotros. Ni siquiera Juan el Bautista se eximió del difícil acontecimiento de transformar su pensamiento, del deber de convertirse. ¡Cuán cierto es que éste es también el destino del sacerdote y de cada cristiano que anuncia a Cristo, al que conocemos y no conocemos!».


Palabras del Cardenal Joseph Ratzinger sobre el Adviento

SENTIDO DEL ADVIENTO

El tiempo de Adviento

Comienzo: El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico y empieza el domingo

Término: Adviento viene de adventus, venida, llegada, próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.

Color: La Liturgia en este tiempo es el morado.

Sentido: El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.

Duración: 4 semanas

Partes: Se puede hablar de dos partes del Adviento:

a) desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;

b) desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad.

Personajes: Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.



La Corona de Adviento


Origen: La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos:

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.
Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.
Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

El listón rojo representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

Los domingos de adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.

Sugerencias
a) Es preferible elaborar en familia la corona de Adviento aprovechando este momento para motivar a los niños platicándoles acerca de esta costumbre y su significado.
b) La corona deberá ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver los niños de manera que ellos recuerden constantemente la venida de Jesús y la importancia de prepararse para ese momento. c) Es conveniente fijar con anticipación el horario en el que se prenderán las velas. Toda esta planeación hará que las cosas salgan mejor y que los niños vean y comprendan que es algo importante. Así como con anticipación preparamos la visita de un invitado importante, estamos haciendo esto con el invitado más importante que podemos tener en nuestra familia.
d) Es conveniente también distribuir las funciones entre los miembros de la familia de modo que todos participen y se sientan involucrados en la ceremonia.
Por ejemplo:
un encargado de tener arreglado y limpio el lugar donde irá la corona antes de comenzar con esta tradición navideña.
un encargado de apagar las luces al inicio y encenderlas al final.
un encargado de dirigir el canto o de poner la grabadora con algún villancico.
un encargado de dirigir las oraciones para ponerse en presencia de Dios.
un encargado de leer las lecturas.
un encargado de encender las velas.

Bendición de la Corona de Adviento
En algunas parroquias o colegios se organiza la bendición de las coronas de Adviento.
Si no se pudo asistir a estas celebraciones, la puede llevar a cabo el papá o la mamá con la siguiente oración:

Señor Dios
bendice con tu poder nuestra Corona de Adviento para que, al encenderla,
despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo
practicando las buenas obras, y para que así,
cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.

Bendición comunitaria de la Corona de Adviento durante la Santa Misa

SACERDOTE: Al comenzar este nuevo Año Litúrgico, vamos a bendecir, como comunidad cristiana, esta CORONA con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la LUZ DEL MUNDO. Su color verde significa la vida, nuestra vida de la gracia, y la esperanza de ser mejores y unirnos más como comunidad.

TODOS: POR ESO, AL IR ENCENDIENDO, DOMINGO TRAS DOMINGO, LOS CIRIOS DE LA CORONA, DEBEMOS SIGNIFICAR NUESTRA GRADUAL PREPARACIÓN PARA RECIBIR LA LUZ DE NAVIDAD: JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR, QUE VIENE PARA SALVARNOS.

Sacerdote: Démosle gracias a Dios por esta CORONA, pero especialmente porque nos permite estar reunidos, como comunidad, para darle gracias y bendecirlo.

TODOS: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR, PORQUE SIEMPRE ESTÁS CON NOSOTROS EN EL CAMINO DE LA VIDA Y PORQUE NOS AYUDAS A BENDECIRTE Y A TENERTE PRESENTE CADA DÍA. TE DAMOS GRACIAS POR NUESTRA CONVIVENCIA COMUNITARIA Y POR ESTA CORONA DE ADVIENTO QUE HOY QUEREMOS BENDECIR, O SEA, QUE QUEREMOS PONERLA EN TU NOMBRE PARA QUE SEA EL CENTRO DE NUESTRA ORACIÓN Y REFLEXIÓN COMUNITARIA.

ESCUCHA, PUES, PADRE BUENO, NUESTRAS SÚPLICAS: BENDICE (+) ESTA CORONA DE ADVIENTO, Y AL BENDECIRLA, BENDÍCENOS TAMBIÉN A NOSOTROS COMO COMUNIDAD, DANOS TU PAZ, TU AMOR Y TU UNIDAD. AYÚDANOS A VENCER LAS TENTACIONES. NO NOS DEJES CAER EN EL PECADO QUE NOS APARTA DE TI. ANTES BIEN, AYÚDANOS A PREPARAR LA VENIDA DE TU HIJO JESUCRISTO, LUZ DEL MUNDO, PARA QUE ILUMINE TODA NUESTRA VIDA Y NOS GUÍE POR EL CAMINO DE LA VERDAD Y DEL BIEN, EL QUE VIVE Y REINA CONTIGO, EN LA UNIDAD DEL ESPÍRITU SANTO, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMÉN.

(Se rocía la corona con agua bendita... y se enciende la primera vela...).

Lector: Si encendemos una vela es porque queremos alumbrar, porque queremos tener una señal que pueda ver el que viene hacia nosotros. Es un signo externo de nuestra disposición interior de esperanza.

TODOS: POR ESO, EN ESTE TIEMPO DE ADVIENTO, SEGUIREMOS CON ATENCIÓN Y CON BUENA DISPOSICIÓN, LAS ENSEÑANZAS DE LA PALABRA DE DIOS EN LAS LECTURAS DOMINICALES; Y NOS PREPARAREMOS, DE TODO CORAZON, PARA LA VENIDA DEL SEÑOR A NUESTRA COMUNIDAD PARROQUIAL, A NUESTRA FAMILIA Y A NUESTRA VIDA PERSONAL.

Lector: Su venida histórica, que recordamos cuando el Hijo de Dios nace como Hijo de María, como Hombre para habitar entre los hombres; su venida litúrgica en cada Eucaristía, en su Palabra y en la Comunión; y su venida escatológica, que esperamos con viva fe, al final de los tiempos.

TODOS: POR ESO, ENCENDER UNA VELA TIENE SENTIDO EN LA MEDIDA EN QUE, PERSONAL, FAMILIAR Y COMUNITARIAMENTE, NOS DISPONGAMOS A RECIBIR AL HIJO DE DIOS, A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, QUE VIENE A NOSOTROS PARA SALVARNOS.

Sacerdote: Cristo, en su Evangelio, nos invita a "Velar y a estar preparados, porque no sabemos cuando llegará el momento".

TODOS: POR ESO, NOS COMPROMETEMOS A PREPARARNOS, EN FAMILIA, A TRAVÉS DEL PERDÓN, DE LA COMPRENSIÓN Y DEL AMOR ENTRE ESPOSO Y ESPOSA; ENTRE PADRES E HIJOS; ENTRE HERMANOS Y HERMANAS; Y ENTRE AMIGOS Y COMPAÑEROS.

NOS COMPROMETEMOS, TAMBIÉN, A MANIFESTAR NUESTRO CARIÑO Y BUENA VOLUNTAD PARA CON LOS AMIGOS Y VECINOS SOBRE TODO, ESTANDO DISPUESTOS A PRESTAR AYUDA SI ALGUIEN NECESITA DE NOSOTROS, DE NUESTRO TIEMPO, DE NUESTRO SERVICIO Y DE NUESTRAS COSAS.

Y LE PEDIMOS A DIOS, NUESTRO SEÑOR, SU GRACIA Y SU FUERZA PARA CUMPLIR FIELMENTE ESTOS PROPÓSITOS. POR JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR. AMÉN.

BENDICIÓN SOLEMNE DE ADVIENTO

Sacerdote: Que Dios, omnipotente y misericordioso.

TODOS: NOS SANTIFIQUE CON LA CELEBRACIÓN DE ESTE ADVIENTO Y NOS LLENE DE SUS BENDICIONES, YA QUE CREEMOS QUE CRISTO VINO AL MUNDO Y ESPERAMOS SU RETORNO GLORIOSO. AMÉN.

Sacerdote: Que Dios, fuente de vida y alegría.

TODOS: NOS CONCEDA PERMANECER FIRMES EN LA FE, ALEGRES EN LA ESPERANZA Y EFICACES EN LA CARIDAD. AMÉN.

Sacerdote: Que Dios, origen de toda bondad.

TODOS: NOS ENRIQUEZCA CON LOS PREMIOS ETERNOS CUANDO VENGA DE NUEVO EN LA MAJESTAD DE SU GLORIA. AMÉN.

Sacerdote: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo (+) y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes.

TODOS: AMÉN.

*** ESTA MISMA BENDICIÓN SE PUEDE USAR EN LOS DOMINGOS II, III y IV DE ADVIENTO



Propuestas litúrgico-pastorales para el tiempo de Adviento

«Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida. Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: «Es preciso que él crezca y que yo disminuya» (Jn 3, 30).» (Catecismo de la Iglesia Católica, # 524).

Ponemos a tu alcance algunas iniciativas que pueden ayudar a preparar el tiempo de Adviento.

1. Retiro sobre el tiempo de Adviento

Se podría, preferentemente al inicio del tiempo litúrgico, realizar un retiro para todos los miembros del centro, asociación, etc. con el fin de lograr una mejor preparación con vistas a la Navidad. Los temas están dados por los acentos, personajes y medios que la Iglesia propone para el Adviento.

2. Liturgia semanal sobre el tema de la semana

Durante el transcurso de la semana se puede invitar a las agrupaciones y otras asociaciones a que celebren en su reunión semanal una liturgia que contribuya a profundizar en el tema y acento que la liturgia de la Iglesia propone para cada semana.

3. Campaña de oración

Se puede realizar a lo largo de todo el tiempo de adviento una campaña de oración con el fin de intensificar la vida de oración necesaria para una adecuada preparación para la celebración de la Navidad.

Puede ser hecha invitando a la participación personal y comunitaria (al interior de las Agrupaciones Marianas, por asociaciones en su conjunto, etc.).

Se pueden hacer murales con dibujos (en cuadrículas para ser coloreadas) alusivos a la Navidad. También se puede ir preparando el pesebre con las oraciones: atados de paja o hierba, maderas, etc. pueden simbolizar determinados ejercicios de oración.

Así mismo, sería bueno organizar la oración comunitaria y diaria de la liturgia de las horas (laudes, vísperas y completas) contando con los símbolos propios de este tiempo litúrgico.

4. Celebración navideña para centros apostólicos

Los días más próximos a la Navidad son propicios para realizar en los centros apostólicos alguna celebración navideña. Esta instancia es importante para celebrar comunitariamente nuestra fe, para fortalecer los lazos de comunión entre los miembros del centro apostólico o asociación y para estrechar vínculos con amigos y familiares buscando convertir esta celebración en una ocasión de evangelización.

Esta celebración navideña puede tener varias actividades. Por ejemplo:

Oración inicial
Obra de teatro, de títeres, etc. alusiva a la Navidad
Talentos: poesía, cantos, cuentos, etc.
Liturgia
Tuna Navideña
Chocolatada
Es muy recomendable la participación de personas representativas de las asociaciones, proyectos, etc. Esta celebración debe hacer participar no sólo a algunos cuantos ya que es una instancia de encuentro y participación de todos los miembros del centro apostólico o asociación. Debemos poner muy buena atención a la dimensión apostólica de esta jornada.

5. Concursos

Se puede promover el espíritu de preparación para la Navidad convocando a concursos de distintos talentos: composición de canciones, de villancicos, de cuentos, de poesías, de murales, símbolos y dibujos litúrgicos, etc. La celebración navideña podría ser una buena ocasión para presentar algunos de estos talentos.

6. Colecta y visita a hermanos necesitados

El tiempo de Adviento es muy apropiado para acentuar la vivencia de la caridad y solidaridad con nuestros hermanos más necesitados. Por ello es recomendable organizar una colecta de víveres, ropa y juguetes con el fin de donarlos en el marco de una visita a algún hospital o a un pueblo joven.

Al término de las misas de cada domingo de adviento se pueden repartir cajas de cartón para que cada familia o persona colabore con una familia pobre en esta Navidad. Las personas son invitadas a inscribirse especificando si quiere donar una caja de víveres para una familia de 4, 6 u 8 miembros. En cada caso debe darse al donante una lista de víveres y sus cantidades según el caso.

La visita debe involucrar a la mayor cantidad de gente posible ya que puede ser una magnífica ocasión apostólica. Debe cuidarse que esta visita no sea, por tanto, un mero repartir regalos, sino que debe transmitir lo esencial de nuestra vida de fe.

7. Ambientación de centros apostólicos

Es importante que los ambientes físicos del centro apostólico estén debidamente decorados con motivos de Adviento y de Navidad. Debemos generar un ambiente que favorezca nuestra preparación y espera, nuestra vida de silencio y oración, de encuentro fraterno.

Para lograr una mayor involucración de las personas podría organizarse un concurso de arreglo y decoración por asociaciones y al interior de ellas. También se puede organizar este concurso motivando la participación de familias. (Es importante acentuar la dimensión comunitaria de esta actividad).

Los periódicos murales con artículos y dibujos, carteles con frases alusivas al tiempo litúrgico (por ejemplo: “Ven, Señor Jesús”, “Venga a nosotros tu Reino”, etc.) y/o con dibujos o símbolos litúrgicos, la corona de adviento, el pesebre, el árbol de Navidad, etc. son algunos elementos que pueden favorecer este objetivo.

Hay a disposición de quien lo requiera algunas liturgias de bendición de símbolos propios del tiempo (corona, árbol y pesebre) que podrían servir de ocasión de encuentro y oración entre los miembros del centro y asociaciones.

Así mismo recomendamos el uso de música navideña en momentos oportunos ya que esto también puede ser un buen medio que contribuya en la vivencia del Adviento.

8. Video Forum

La presentación de alguna película que luego pueda ser comentada por los participantes puede favorecer la preparación de la Navidad. Algunas películas de temas apropiados son:

Cuentos de Navidad (distintas versiones)
El cuarto rey mago
9. Donativo de Adviento

En las celebraciones eucarísticas dominicales del MVC durante el tiempo de adviento se realizará la entrega semanal de un donativo para el mantenimiento de las obras apostólicas del Movimiento. Desde cada asociación y/o centro apostólico emevecista se debe promover y apoyar esta iniciativa.

10. Celebraciones eucarísticas

Nuestras celebraciones litúrgicas eucarísticas pueden ser enriquecidas a través de distintos medios:

Bendición de la corona de Adviento (ver Bendicional)
Encendido progresivo, semana tras semana, de los cirios de la corona de Adviento
Bendición del nacimiento de la capilla (ver Bendicional)
Rito de inauguración del año litúrgico con procesión del leccionario dominical
Utilización del rito de aspersión de agua bendita, por lo menos los domingos, y sobre todo desde la segunda parte del Adviento (en la línea de una expectativa gozosa por el Don de Dios)
Austeridad en la decoración de la capilla: flores, adornos, etc.
Austeridad en el uso de instrumentos musicales para algunos cantos de la celebración
Uso de dibujos de símbolos litúrgicos
Colocación en un lugar visible de la capilla de una canasta para los víveres, etc. que la comunidad irá donando en el transcurso del tiempo de Adviento



deas para vivir el Adviento


Autor: Teresa Fernández

Durante el tiempo de Adviento se puede escoger alguna de las opciones que presentamos a continuación para vivir cada día del Adviento y llegar a la Navidad con un corazón lleno de amor al niño Dios.

1. Pesebre y pajas:

En esta actividad se va a preparar un pesebre para el Niño Dios el día de su nacimiento. El pesebre se elaborará de paja para que al nacer el niño Dios no tenga frío y la paja le dé el calor que necesita. Con las obras buenas de cada uno de los niños, se va a ir preparando el pesebre. Por cada buena obra que hagan los niños, se pone una pajita en el pesebre hasta el día del nacimiento de Cristo.

2. Vitral del Nacimiento:

En algún dibujo en el que se represente el Nacimiento los niños podrán colorear algunas parte de éste cada vez que lleven a cabo una obra buena para irlo completando para la Navidad.

3. Calendario Tradicional de Adviento:

En esta actividad se trata de que los niños hagan ellos mismos un calendario de Adviento en donde marquen los días del Adviento y escriban sus propios propósitos a cumplir. Pueden dibujar en la cartulina el día de Navidad con la escena del nacimiento de Jesús. Los niños diario revisarán los propósitos para ir preparando su corazón a la Navidad. Este calendario lo podrán llevar a la Iglesia el día de Navidad si así lo desean.

Se sugieren los siguientes propósitos:

Ayudaré en casa en aquello que más me cueste trabajo.
Rezaré en familia por la paz del mundo.
Ofreceré mi día por los niños que no tienen papás ni una casa donde vivir.
Obedeceré a mis papás y maestros con alegría.
Compartiré mi almuerzo con una sonrisa a quien le haga falta.
Hoy cumpliré con toda mi tarea sin quejarme.
Ayudaré a mis hermanos en algo que necesiten.
Ofreceré un sacrificio por los sacerdotes.
Rezaré por el Papa.
Daré gracias a Dios por todo lo que me ha dado.
Llevaré a cabo un sacrificio.
Leeré algún pasaje del Evangelio.
Ofreceré una comunión espiritual a Jesús por los que no lo aman.
Daré un juguete o una ropa a un niño que no lo tenga.
No comeré entre comidas.
En lugar de ver la televisión ayudaré a mi mamá en lo que necesite.
Imitaré a Jesús en su perdón cuando alguien me moleste.
Pediré por los que tienen hambre y no comeré dulces.
Rezaré un Ave María para demostrarle a la Virgen cuanto la amo.
Hoy no pelearé con mis hermanos.
Saludaré con cariño a toda persona que me encuentre.
Hoy pediré a la Santísima virgen por mi país.
Leeré el nacimiento de Jesús en el Evangelio de S. Lucas 2, 1-20.
Abriré mi corazón a Jesús para que nazca en él.
4. Los que esperaban a Cristo:

En esta actividad se trata de lograr hacer una lista con 24 ó 28 nombres (dependiendo del número de días del Adviento) de personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento que esperaban la venida del Mesías. Se buscarán en la Biblia, se dibujarán los personajes y se recortarán. Atrás, se les pondrá el nombre de quién es y qué dijo o hizo este personaje. Se puede utilizar como juego.

Algunos personajes que se pueden incluir:

Abraham: Dios le dijo a Abraham que su descendencia iba a ser numerosa como las estrella del cielo y lasa arenas del mar, y sí fue.
David: Dios le dijo al rey David que el Mesías iba a ser de su familia.
Isaías: Dios le dijo al profeta Isaías que el Mesías iba a nacer de la Virgen.
Jeremías: Dios le dijo al profeta Jeremías que cuando naciera el Mesías, Él iba a dar a los hombres un corazón nuevo para conocerlo y amarlo mucho.
Ezequiel: Dios le dijo al profeta Ezequiel que el Mesías iba a resucitar.
Miqueas: Dios le dijo al profeta Miqueas en Belén iba a nacer su Hijo.
Oseas: Dios le dijo al profeta Oseas que de Egipto iba a llamar a su Hijo.
Zacarías: Dios le dijo al profeta Zacarías que su hijo iba a entrar en Jerusalén montado en burro.
Hombres Sabios o Reyes Magos: esperaban la venida del Salvador de los hombres.
Los pastores: Fueron avisados por un ángel del gran acontecimiento.


Los Personajes del Adviento

Isaías: figura de espera por la Salvación
Juan Bautista: figura de preparación
María: Virgen de la esperanza y Madre del Salvador

1.-LA FIGURA DE LA ESPERA: ISAÍAS

La elección de las lecturas de Adviento nos ha puesto en frecuente contacto con Isaías.
Conviene reflexionar un poco sobre su personalidad.Los textos evangélicos no dicen nada de la personalidad del profeta Isaías, pero le citan. Incluso podemos decir que, a menudo, se le adivina presente en el pensamiento y hasta en las palabras de Cristo. Es el profeta por excelencia del tiempo de la espera; está asombrosamente cercano, es de los nuestros, de hoy. Lo está por su deseo de liberación, su deseo de lo absoluto de Dios; lo es en la lógica bravura de toda su vida que es lucha y combate; lo es hasta en su arte literario, en el que nuestro siglo vuelve a encontrar su gusto por la imagen desnuda pero fuerte hasta la crudeza. Es uno de esos violentos a los que les es prometido por Cristo el Reino.

Todo debe ceder ante este visionario, emocionado por el esplendor futuro del Reino de Dios que se inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia. Encontramos en Isaías ese poder tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, sin otra alternativa y como pesándole lo que le dicta el Señor.

El profeta apenas es conocido por otra cosa que sus obras, pero éstas son tan características que a través de ellas podemos adivinar y amar su persona. Sorprendente proximidad de esta gran figura del siglo VIII antes de Cristo, que sentimos en medio de nosotros, cotidianamente, dominándonos desde su altura espiritual.

Isaías vivió en una época de esplendor y prosperidad. Rara vez los reinos de Judá y Samaría habían conocido tal optimismo y su posición política les permite ambiciosos sueños. Su religiosidad atribuye a Dios su fortuna política y su religión espera de él nuevos éxitos. En medio de este frágil paraíso, Isaías va a erguirse valerosamente y a cumplir con su misión: mostrar a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia.Perteneciente sin duda a la aristocracia de Jerusalén, alimentado por la literatura de sus predecesores, sobre todo Amós y Oseas, Isaías prevé como ellos, inspirado por su Dios, lo que será la historia de su país. Superando la situación presente en la que se entremezclan cobardías y compromisos, ve el castigo futuro que enderezará los caminos tortuosos.Lodts escribe de los profetas: "Creyendo quizá reclamar una vuelta atrás, exigían un salto hacia adelante. Estos reaccionarios eran, al mismo tiempo, revolucionarios". Así las cosas, Isaías fue arrebatado por el Señor "el año de la muerte del rey Ozías", hacia el año 740, cuando estaba en el templo, con los labios purificados por una brasa traída por un serafín (Is 6, 113). A partir de este momento, Isaías ya no se pertenece. No porque sea un simple instrumento pasivo en las manos de Yahvé; al contrario, todo su dinamismo va a ponerse al servicio de su Dios, convirtiéndose en su mensajero. Mensajero terrible que anuncia el despojo de Israel al que sólo le quedará un pequeño soplo de vida.Los comienzos de la obra de Isaías, que originarán la leyenda del buey y del asno del pesebre, marcan su pensamiento y su papel. Yahvé lo es todo para Israel, pero Israel, más estúpido que el buey que conoce a su dueño, ignora a su Dios (Is 1, 2-3).

La Doncella va a dar a Luz

Pero Isaías no se aislará en el papel de predicador moralizante. Y así se convierte para siempre en el gran anunciador de la Parusía, de la venida de Yahvé. Así como Amós se había levantado contra la sed de dominación que avivaba la brillante situación de Judá y Samaría en el siglo VIII, Isaías predice los cataclismos que se desencadenarán en el día de Yahvé (Is 2, 1-17). Ese día será para Israel el día del juicio.
Para Isaías, como más tarde para San Pablo y San Juan, la venida del Señor lleva consigo el triunfo de la justicia. Por otra parte, los capítulos 7 al 11 nos van a describir al Príncipe que gobernará en la paz y la justicia (ls 7, 10-17).
Es fundamental familiarizarse con el doble sentido de este texto. A aquel que no entre en la realidad ambivalente que comunica, le será totalmente imposible comprender la Escritura, incluso ciertos pasajes del Evangelio, y vivir plenamente la liturgia.
En efecto, en el evangelio del primer domingo de Adviento sobre el fin del mundo y la Parusía, los dos significados del Adviento dejan constancia de ese fenómeno propiamente bíblico en el que una doble realidad se significa por un mismo y único acontecimiento. El reino de Judá va a pasar por la devastación y la ruina.
El nacimiento de Emmanuel, "Dios con nosotros", reconfortará a un reino dividido por el cisma de diez tribus. El anuncio de este nacimiento promete, pues, a los contemporáneos de Isaías y a los oyentes de su oráculo, la supervivencia del reino, a pesar del cisma y la devastación. Príncipe y profeta, ese niño salvará por sí mismo a su país.

La Edad de Oro

Pero, por otra parte, la presentación literaria del oráculo y el modo de insistir Isaías en el carácter liberador de este niño, cuyo nacimiento y juventud son dramáticos, hacen presentir que el profeta ve en este niño la salvación del mundo. Isaías subraya en sus ulteriores profecías los rasgos característicos del Mesías. Aquí se contenta con apuntarlos y se reserva para más tarde el tratarlos uno a uno y modelarlos. El profeta describe así a este rey justo: (Is. 11, 1-9).

Ezequías va a subir al trono y este poema se escribe para él. Pero, ¿cómo un hombre frágil puede reunir en sí tan eminentes cualidades? ¿No vislumbra Isaías al Mesías a través de Ezequías? La Iglesia lo entiende así y hace leer este pasaje, sobre la llegada del justo, en los maitines del segundo domingo de Adviento.En el capítulo segundo de su obra, hemos visto a Isaias anunciando una Parusía que a la vez será un juicio. En el capitulo 13, describe la caída de Babilonia tomada por Ciro. Y de nuevo, se nos invita a superar este acontecimiento histórico para ver la venida de Yahvé en su "día". La descripción de los cataclismos que se producirán la tomará Joel y la volveremos a encontrar en el Apocalipsis (Is 13, 9-ll).
Esta venida de Yahvé aplastará a aquel que haya querido igualarse a Dios. El Apocalipsis de Juan tomará parecidas imágenes para describir la derrota del diablo (cap. 14).

En los maitines del 4.° domingo de Adviento, volvemos a encontrarle en el momento que describe el advenimiento de Yahvé: "La tierra abrasada se trocará en estanque, y el país árido en manantial de aguas" (35, 7). Se reconoce el tema de la maldición de la creación en el Génesis.Pero vuelve Yahvé que va a reconstruir el mundo. Al mismo tiempo, Isaías profetiza la acción curativa de Jesús que anuncia el Reino: "Los ciegos ven, los cojos andan", signo que Juan Bautista toma de este poema de Isaías (35, 5-6).

Podríamos sintetizar toda la obra del profeta reduciéndola a dos objetivos:

El primero, llegar a la situación presente, histórica, y remediarla luchando.
El segundo, describir un futuro mesiánico más lejano, una restauración del mundo.
Así vemos a Isaías como un enviado de su Dios al que ha visto cara a cara. El profeta no cesa de hablar de él en cada línea de su obra. Y, sin embargo, en sus descripciones se distingue por mostrar cómo Yahvé es el Santo y, por lo tanto, el impenetrable, el separado, Aquel que no se deja conocer. O, más bien, se le conoce por sus obras que, ante todo, es la justicia. Para restablecerla, Yahvé interviene continuamente en la marcha del mundo.


2.-LA FIGURA DE LA PREPARACIÓN: JUAN BAUTISTA
Isaías está presente en Juan Bautista, como Juan Bautista está presente en aquél al que ha preparado el camino y que dirá de él: "No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista".
San Lucas nos cuenta con detalle el anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1, 5-25).

Esta extraña entrada en escena de un ser que se convertirá en uno de los más importantes jalones de la realización de los planes divinos es muy del estilo del Antiguo Testamento. Todos los seres vivos debían ser destruidos por el diluvio, pero Noé v los suyos fueron salvados en el arca. Isaac nace de Sara, demasiado anciana para dar a luz. David, joven y sin técnica de combate, derriba a Goliat.

Moisés, futuro guía del pueblo de Israel, es encontrado en una cesta (designada en hebreo con la misma palabra que el arca) y salvado de la muerte. De esta manera, Dios quiere subrayar que Él mismo toma la iniciativa de la salvación de su pueblo.

El anuncio del nacimiento de Juan es solemne. Se realiza en el marco litúrgico del templo.
Desde la designación del nombre del niño, "Juan", que significa "Yahvé es favorable", todo es concreta preparación divina del instrumento que el Señor ha elegido.

Su llegada no pasará desapercibida y muchos se gozarán en su nacimiento (Lc 1, 14); se abstendrá de vino y bebidas embriagantes, será un niño consagrado y, como lo prescribe el libro de los Números (6, 1), no beberá vino ni licor fermentado. Juan es ya signo de su vocación de asceta. El Espíritu habita en él desde el seno de su madre. A su vocación de asceta se une la de guía de su pueblo (Lc 1, 17).

Precederá al Mesías, papel que Malaquías (3, 23) atribuía a Elías. Su circuncisión, hecho característico, muestra también la elección divina: nadie en su parentela lleva el nombre de Juan (Lc 1, 61), pero el Señor quiere que se le llame así cambiando las costumbres. El Señor es quien le ha elegido, es él quien dirige todo y guía a su pueblo.

Benedictus Deus Israelei

El nacimiento de Juan es motivo de un admirable poema que, a la vez, es acción de gracias y descripción del futuro papel del niño. Este poema lo canta la Iglesia cada día al final de los Laudes reavivando su acción de gracias por la salvación que Dios le ha dado y en reconocimiento porque Juan sigue mostrándole "el camino de la paz".

Juan Bautista es el signo de la irrupción de Dios en su pueblo. El Señor le visita, le libra, realiza la alianza que había prometido.
El papel del precursor es muy preciso: prepara los caminos del Señor (Is 40, 3), da a su pueblo el "conocimiento de la salvación.Todo el afán especulativo y contemplativo de Israel es conocer la salvación, las maravillas del designio de Dios sobre su pueblo. El conocimiento de esa salvación provoca en él la acción de gracias, la bendición, la proclamación de los beneficios de Dios que se expresa por el "Bendito sea el Señor, Dios de Israel".

Esta es la forma tradicional de oración de acción de gracias que admira los designios de Dios. Con estos mismos términos el servidor de Abrahán bendice a Yahvé (Gn 24, 26). Así también se expresa Jetró, suegro de Moisés, reaccionando ante el relato admirable de lo que Yahvé había hecho para librar a Israel de los egipcios (Ex 18, 10). La salvación es la remisión de los pecados, obra de la misericordiosa ternura de nuestro Dios (Lc 1, 77-78).

Juan deberá, pues, anunciar un bautismo en el Espíritu para remisión de los pecados. Pero este bautismo no tendrá sólo este efecto negativo. Será iluminación. La misericordiosa ternura de Dios enviará al Mesías que, según dos pasajes de Isaías (9, 1 y 42, 7), recogidos por Cristo (Jn 8, 12), "iluminará a los que se hallan sentados en tinieblas y sombras de muerte" (Lc 1, 79).El papel de Juan, "allanar el camino del Señor". El lo sabe y se designa a sí mismo, refiriéndose a Isaías (40, 3), como la voz que clama en el desierto: "Allanad el camino del Señor". Más positivamente todavía, deberá mostrar a aquel que está en medio de los hombres, pero que éstos no le conocen (Jn 1, 26) y a quien llama, cuando le ve venir: "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29).Juan corresponde y quiere corresponder a lo que se ha dicho y previsto sobre él. Debe dar testimonio de la presencia del Mesías. El modo de llamarle indica ya lo que el Mesías representa para él: es el "Cordero de Dios".
El Levítico, en el capítulo 14, describe la inmolación del cordero en expiación por la impureza legal. Al leer este pasaje, Juan el evangelista piensa en el servidor de Yahvé, descrito por Isaías en el capítulo 53, que lleva sobre sí los pecados de Israel. Juan Bautista, al mostrar a Cristo a sus discípulos, le ve como la verdadera Pascua que supera la del Éxodo (12, 1) y de la que el universo obtendrá la salvación.Toda la grandeza de Juan Bautista le viene de su humildad y ocultamiento: "Es preciso que él crezca v que yo disminuya" (Jn 3, 30).

Todos verán la salvación de Dios

El sentido exacto de su papel, su voluntad de ocultamiento, han hecho del Bautista una figura siempre actual a través de los siglos. No se puede hablar de él sin hablar de Cristo, pero la Iglesia no recuerda nunca la venida de Cristo sin recordar al Precursor. No sólo el Precursor está unido a la venida de Cristo, sino también a su obra, que anuncia: la redención del mundo y su reconstrucción hasta la Parusía. Cada año la Iglesia nos hace actual el testimonio de Juan y de su actitud frente a su mensaje.De este modo, Juan esta siempre presente durante la liturgia de Adviento. En realidad, su ejemplo debe permanecer constantemente ante los ojos de la Iglesia. La Iglesia, y cada uno de nosotros en ella, tiene como misión preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia. Pero recibirla exige la conversión.Entrar en contacto con Cristo supone el desprendimiento de uno mismo. Sin esta ascesis, Cristo puede estar en medio de nosotros sin ser reconocido (Jn l, 26).

Como Juan, la Iglesia y sus fieles tienen el deber de no hacer pantalla a la luz, sino de dar testimonio de ella (Jn 1, 7). La esposa, la Iglesia, debe ceder el puesto al Esposo. Ella es testimonio y debe ocultarse ante aquel a quien testimonia. Papel difícil el estar presente ante el mundo, firmemente presente hasta el martirio. como Juan, sin impulsar una "institución" en vez de impulsar la persona de Cristo. Papel misionero siempre difícil el de anunciar la Buena Noticia y no una raza, una civilización, una cultura o un país: "Es preciso que él crezca v que yo disminuya" (Jn 3, 30). Anunciar la Buena Noticia y no una determinada espiritualidad, una determinada orden religiosa, una determinada acción católica especializada; como Juan, mostrar a sus propios discípulos donde está para ellos el "Cordero de Dios" y no acapararlos como si fuéramos nosotros la luz que les va a iluminar.Esta debe ser una lección siem presente y necesaria, así como también la de la ascesis del desierto y la del recogimiento en el amor para dar mejor testimonio.

La elocuencia del silencio en el desierto es fundamental a todo verdadero y eficaz anuncio de la Buena Noticia. Orígenes escribe en su comentario sobre San Lucas (Lc 4): En cuanto a mí, pienso que el misterio de Juan, todavía hoy, se realiza en el mundo". La Iglesia, en realidad, continúa el papel del Precursor; nos muestra a Cristo, nos encamina hacia la venida del Señor.Durante el Adviento, la gran figura del Bautista se nos presenta viva para nosotros, hombres del siglo XX, en camino hacia el día de Cristo. El mismo Cristo, tomando el texto de Malaquías (3,1), nos habla de Juan como "mensajero" (4); Juan se designa a sí mismo como tal. San Lucas describe a Juan como un predicador que llama a la conversión absoluta y exige la renovación: "Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntos". Así se expresaba Isaías (40, 5-6) en un poema tomado por Lucas para mostrar la obra de Juan. Se trata de una renovación, de un cambio, de una conversión que reside, sobre todo, en un esfuerzo para volver a la caridad, al amor a los otros (Lc 3, 10-14).
Lucas resume en una frase toda la actividad de Juan:
"Anunciaba al pueblo la Buena Noticia" (Lc 3, 18).

Preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia, es el papel de Juan y el que nos exhorta a que nosotros desempeñemos.
Hoy, este papel no es más sencillo que en los tiempos de Juan y nos incumbe a cada uno de nosotros.

El martirio de Juan tuvo su origen en la franca honestidad con que denunció el pecado.
Juan Bautista anunció al Cordero de Dios. Fue el primero que llamó así a Cristo.
Citemos aquí el bello Prefacio introducido en nuestra liturgia para la fiesta del martirio de San Juan Bautista, que resume admirablemente su vida y su papel:

"Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos. El fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes al Cordero que quita el pecado del mundo. El bautizó en el Jordán al autor del bautismo, y el agua viva tiene desde entonces poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo".

3. LA FIGURA DE LA ESPERANZA : VIRGEN MARÍA

La primera venida del Señor se realizó gracias a ella. Y, por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada. Hoy, que preparamos, cada año, una nueva venida, los ojos de la Iglesia se vuelven a ella, para aprender, con estremecimiento y humildad agradecida, cómo se espera y cómo se prepara la venida del Emmanuel: del Dios con nosotros. Más aún, para aprender también cómo se da al mundo el Salvador.
Sobre el papel de la Virgen María en la venida del Señor, la liturgia del Adviento ofrece dos síntesis, en los prefacios II y IV de este tiempo:

"...Cristo Señor nuestro, a quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al Misterio de su Nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza".

"Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el Misterio de la Virgen Madre. Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno de la Hija de Sión ha germinado aquél que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo nuestro Salvador. Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria..."

La Virgen Inmaculada fue y sigue siendo el personaje de los personajes del Adviento: de la venida del Señor. Por eso, cada día, durante el Adviento, se evoca, se agradece, se canta, se glorifica y enaltece a aquella que fue la que accedió libremente a ser la madre de nuestro Salvador "el Mesías, el Señor" (Lc 2,11).

Entresaco tres textos de los tantos que uno se encuentra en honor de la Bienaventurada Madre de Dios, en todo este Misterio preparado y realizado. Son de la solemnidad de santa María Madre de Dios:

"¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad" (antífona de las primeras Vísperas).

"La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno; la que lo ha engendrado tiene al mismo tiempo el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca, ni se verá de nuevo. Aleluya" (antífona de Laudes).

"Por el gran amor que Dios nos tiene, nos ha mandado a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado: nacido de una mujer, nacido bajo la ley. Aleluya" (antífona del Magníficat primeras Vísperas).

A partir de la segunda parte del Adviento, la preponderancia de la Madre Inmaculada es tan grande, que ella aparece como el centro del Misterio preparado e iniciado. Así las lecturas evangélicas del IV Domingo, en los tres ciclos, están dedicadas a María. Y en las misas propias de los días 17 al 24, correspondientes a las antífonas de la O, todo gira alrededor de ella. Y con razón.

"Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen" (Tercia) - "El ángel Gabriel saludó a María, diciendo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres" (Sexta) - "María dijo: ¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad" (Nona).

En las vísperas del primer domingo de Adviento, la antífona del Magnificat está tomada del evangelio de la anunciación: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo".

El lunes de esta primera semana, en las vísperas, la antífona del Magnificat será: "El ángel del Señor anunció a María y concibió por obra del Espíritu Santo".

En las vísperas del jueves se canta: "Bendita tú entre las mujeres". En las vísperas del segundo domingo de Adviento: "Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". En los laudes del miércoles hay una lectura tomada del capítulo 7 de Isaías: "Mirad: la Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel...". El responsorio del viernes después de la segunda lectura del oficio, está tomado del evangelio de la anunciación en Lc 1, 26, etc... Y podríamos continuar con una larga enumeración.

Esta enumeración interesa porque muestra cómo la presencia de la Virgen es constante en los Oficios de Adviento, así como en el recuerdo de la primera venida de su Hijo y en la tensión de su vuelta al final de los tiempos.

Aunque Navidad es para María la fiesta más señalada de su maternidad, el Adviento, que prepara esta fiesta, es para ella un tiempo de elección y de particular preparación.


Teología y Espiritualidad del Adviento

A la luz de la liturgia de la Iglesia y de sus contenidos podemos resumir algunas líneas del pensamiento teológico y de la vivencia existencial de este tiempo de gracia.
1. Adviento, tiempo de Cristo: la doble venida

La teología litúrgica del Adviento se mueve, en las dos líneas enunciadas por el Calendario romano: la espera de la Parusía, revivida con los textos mesiánicos escatológicos del AT y la perspectiva de Navidad que renueva la memoria de alguna de estas promesas ya cumplidas aunque si bien no definitivamente.

El tema de la espera es vivido en la Iglesia con la misma oración que resonaba en la asamblea cristiana primitiva: el Marana-tha (Ven Señor) o el Maran-athá (el Señor viene) de los textos de Pablo (1 Cor 16,22) y del Apocalipsis (Ap 22,20), que se encuentra también en la Didaché, y hoy en una de las aclamaciones de la oración eucarística. Todo el Adviento resuena como un "Marana-thá" en las diferentes modulaciones que esta oración adquiere en las preces de la Iglesia.

La palabra del Antiguo Testamento invita a repetir en la vida la espera de los justos que aguardaban al Mesías; la certeza de la venida de Cristo en la carne estimula a renovar la espera de la última aparición gloriosa en la que las promesas mesiánicas tendrán total cumplimiento ya que hasta hoy se han cumplido sólo parcialmente. El primer prefacio de Adviento canta espléndidamente esta compleja, pero verdadera realidad de la vida cristiana.

El tema de la espera del Mesías y la conmemoración de la preparación a este acontecimiento salvífico toma pronto su auge en los días feriales que preceden a la Navidad. La Iglesia se siente sumergida en la lectura profética de los oráculos mesiánicos. Hace memoria de nuestros Padres en la Fe, patrísticas y profetas, escucha a Isaías, recuerda el pequeño núcleo de los anawim de Yahvé que está allí para esperarle: Zacarías, Isabel, Juan, José, María.

El Adviento resulta así como una intensa y concreta celebración de la larga espera en la historia de la salvación, como el descubrimiento del misterio de Cristo presente en cada página del AT, del Génesis hasta los últimos libros Sapienciales. Es vivir la historia pasada vuelta y orientada hacia el Cristo escondido en el AT que sugiere la lectura de nuestra historia como una presencia y una espera de Cristo que viene.

En el hoy de la Iglesia, Adviento es como un redescubrir la centralidad de Cristo en la historia de la salvación. Se recuerdan sus títulos mesiánicos a través de las lecturas bíblicas y las antífonas: Mesías, Libertador, Salvador, Esperado de las naciones, Anunciado por los profetas... En sus títulos y funciones Cristo, revelado por el Padre, se convierte en el personaje central, la clave del arco de una historia, de la historia de la salvación.

2. Adviento tiempo por excelencia de María, la Virgen de la espera

Es el tiempo mariano por excelencia del Año litúrgico. Lo ha expresado con toda autoridad Pablo VI en la Marialis Cultus, nn. 3-4.

Históricamente la memoria de María en la liturgia ha surgido con la lectura del Evangelio de la Anunciación antes de Navidad en el que con razón ha sido llamado el domingo mariano prenatalicio.

Hoy el Adviento ha recuperado de lleno este sentido con una serie de elementos marianos de la liturgia, que podemos sintetizar de la siguiente manera:

- Desde los primeros días del Adviento hay elementos que recuerdan la espera y la acogida del misterio de Cristo por parte de la Virgen de Nazaret.

- La solemnidad de la Inmaculada Concepción se celebra como "preparación radical a la venida del Salvador y feliz principio de la Iglesia sin mancha ni arruga ("Marialis Cultus 3).

- En las ferias del 17 al 24 el protagonismo litúrgico de la Virgen es muy característico en las lecturas bíblicas, en el tercer prefacio de Adviento que recuerda la espera de la Madre, en algunas oraciones, como la del 20 de diciembre que nos trae un antiguo texto del Rótulo de Ravena o en la oración sobre las ofrendas del IV domingo que es una epíclesis significativa que une el misterio eucarístico con el misterio de Navidad en un paralelismo entre María y la Iglesia en la obra del único Espíritu.

En una hermosa síntesis de títulos. I. Calabuig presenta en estas pinceladas la figura de la Virgen del Adviento:

- Es la "llena de gracia", la "bendita entre las mujeres", la "Virgen", la "Esposa de Jesús", la "sierva del Señor".

- Es la mujer nueva, la nueva Eva que restablece y recapitula en el designio de Dios por la obediencia de la fe el misterio de la salvación.

- Es la Hija de Sion, la que representa el Antiguo y el Nuevo Israel.

- Es la Virgen del Fiat, la Virgen fecunda. Es la Virgen de la escucha y de la acogida.

En su ejemplaridad hacia la Iglesia, María es plenamente la Virgen del Adviento en la doble dimensión que tiene siempre en la liturgia su memoria: presencia y ejemplaridad. Presencia litúrgica en la palabra y en la oración, para una memoria grata de Aquélla que ha transformado la espera en presencia, la promesa en don. Memoria de ejemplaridad para una Iglesia que quiere vivir como María la nueva presencia de Cristo, con el Adviento y la Navidad en el mundo de hoy.

En la feliz subordinación de María a Cristo y en la necesaria unión con el misterio de la Iglesia, Adviento es el tiempo de la Hija de Sión, Virgen de la espera que en el "Fiat" anticipa el Marana thá de la Esposa; como Madre del Verbo Encarnado, humanidad cómplice de Dios, ha hecho posible su ingreso definitivo, en el mundo y en la historia del hombre.

3. Adviento, tiempo de la Iglesia misionera y peregrina

La liturgia con su realismo y sus contenidos pone a la Iglesia en un tiempo de características y expresiones espirituales: la espera, la esperanza, la oración por la salvación universal.

Preparándonos a la fiesta de Navidad, nosotros pensamos en los justos del AT que han esperado la primera venida del Mesías. Leemos los oráculos de sus profetas, cantamos sus salmos y recitamos sus oraciones. Pero nosotros no hacemos esto poniéndonos en su lugar como si el Mesías no hubiese venido todavía, sino para apreciar mejor el don de la salvación que nos ha traído. El Adviento para nosotros es un tiempo real. Podemos recitar con toda verdad la oración de los justos del AT y esperar el cumplimiento de las profecías porque éstas no se han realizado todavía plenamente; se cumplirán con la segunda venida del Señor. Debemos esperar y preparar esta última venida.

En el realismo del Adviento podemos recoger algunas actualizaciones que ofrecen realismo a la oración litúrgica y a la participación de la comunidad:

- La Iglesia ora por un Adviento pleno y definitivo, por una venida de Cristo para todos los pueblos de la tierra que todavía no han conocido al Mesías o no lo reconocen aún al único Salvador.

- La Iglesia recupera en el Adviento su misión de anuncio del Mesías a todas las gentes y la conciencia de ser "reserva de esperanza" para toda la humanidad, con la afirmación de que la salvación definitiva del mundo debe venir de Cristo con su definitiva presencia escatológica.

- En un mundo marcado por guerras y contrastes, las experiencias del pueblo de Israel y las esperas mesiánicas, las imágenes utópicas de la paz y de la concordia, se convierten reales en la historia de la Iglesia de hoy que posee la actual "profecía" del Mesías Libertador.

- En la renovada conciencia de que Dios no desdice sus promesas -¡lo confirma la Navidad!- la Iglesia a través del Adviento renueva su misión escatológica para el mundo, ejercita su esperanza, proyecta a todos los hombres hacia un futuro mesiánico del cual la Navidad es primicia y confirmación preciosa.

A la luz del misterio de María, la Virgen del Adviento, la Iglesia vive en este tiempo litúrgico la experiencia de ser ahora "como una María histórica" que posee y da a los hombres la presencia y la gracia del Salvador.

La espiritualidad del Adviento resulta así una espiritualidad comprometida, un esfuerzo hecho por la comunidad para recuperar la conciencia de ser Iglesia para el mundo, reserva de esperanza y de gozo. Más aún, de ser Iglesia para Cristo, Esposa vigilante en la oración y exultante en la alabanza del Señor que viene.


Liturgias Familiares de Adviento
Liturgia con la corona
Celebración de la Corona de Adviento siguiendo la Historia de la Salvación
Celebración de la Corona analizando la Presencia de Jesús y sus Enseñanzas en la Vida Familiar
Buscando Posada para Santa María y San José
Primera liturgia semanal con la corona de Adviento

INDICACIONES

La corona sin ninguna vela encendida. Crear un ambiente recogido, con poca luz. Es recomendable colocar una imagen de la Virgen al lado de la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la primera vela de la corona.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

TODOS: Que hizo el cielo la tierra.

MONITOR: Comenzamos un nuevo año litúrgico con el tiempo de Adviento, tiempo de preparación y espera. Encender, semana tras semana, los cuatro cirios de esta corona debe ser un reflejo de nuestra gradual preparación para recibir al Señor Jesús en la Navidad. Las luces de las velas nos recuerdan que Él es la Luz del mundo que ha venido a disipar las tinieblas. El color verde de la corona simboliza la vida y la esperanza que Él nos ha venido a traer.

LECTOR: Lectura tomada del libro del profeta Isaías: "Levántate, brilla, Jerusalén; que llega tu luz y la gloria del Señor amanece sobre ti. Pues mira como la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos, mas sobre ti amanece el Señor y su gloria sobre ti aparece".

MONITOR: Quien dirige la oración, con las manos juntas, dice:

Nos recogemos unos instantes en silencio, e inclinando nuestras cabezas, vamos a pedir que el Señor bendiga esta corona de Adviento.

Oremos.

La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor Jesús,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas,
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona
con ramos del bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar
el tiempo de preparación
para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor,
que, mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines
con el esplendor de Aquel que,
por ser la Luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
Te lo pedimos por Él mismo
que vive y reina por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.

MONITOR: Vamos a encender ahora la primera vela de nuestra corona mientras cantamos OS ANUNCIAMOS (u otro canto apropiado).

(Una persona encienda la primera vela mientras se entona un canto de Adviento, por ejemplo) CANTAD CON GOZO, CON ILUSIÓN, YA SE ACERCA EL SEÑOR.

1. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Segunda liturgia semanal con la corona de Adviento

INDICACIONES

La corona al inciar la liturgia debe estar encendida la primera vela. Crear un ambiente recogido, con poca luz. Es recomendable colocar una imagen de la Virgen al lado de la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la primera vela de la corona.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Vamos a encender la segunda vela de nuestra corona. El Señor está cada vez más cerca de nosotros y debemos prepararnos dignamente para recibirlo en nuestros corazones. Hagamos un momento de silencio para elevar nuestra oración al Señor.

LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

"En el año quince del imperio de Tiberio César,siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso será recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios".

MONITOR: Debemos preparar el camino del Señor y esto nos exige estar preparados interiormente para la venida del Señor Jesús, para que lo recibamos con un corazón reconciliado, cada vez más convertido y transformado, capaz de amar y entregarse a los demás. Hagamos un compromiso concreto para esta semana que nos ayude a disponenrnos cada vez mejor para su venida. (Se deja un momento de silencio)

MONITOR: Mientras encendemos la segunda vela de nuestra corona cantemos: OS ANUNCIAMOS (u otro canto apropiado).

(Una persona enciende la segunda vela mientras se entona el canto, de ser posible durante la segunda estrofa)

CANTAD CON GOZO, CON ILUSIÓN YA SE ACERCA EL SEÑOR.

1. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor.

2. Os anunciamos el gozo de Adviento con la segunda llama ardiendo; el primer ejemplo Cristo nos dio, vivid unidos en el amor.

MONITOR: Elevemos ahora nuestras peticiones a Dios Padre y respondamos a cada una de ella: VEN SEÑOR JESÚS.

LECTOR: Te pedimos, Padre, por nuestra Santa Iglesia Católica que se prepara para la venida de tu Hijo, para que que siempre tengamos fijos los ojos en Aquél que nos trae la reconciliación.

VEN SEÑOR JESÚS

Te rogamos por la paz en el mundo, para que en este tiempo de Adviento se viva con mayor intensidad el amor y la solidaridad.

VEN SEÑOR JESÚS

Te pedimos, Padre, por cada uno de nosotros, para que hagamos esfuerzos por caminar al encuentro del Señor Jesús, que es la "Luz del Mundo".

VEN SEÑOR JESÚS

Te rogamos también por nuestra familia, para que a ejemplo de la familia de Nazaret vivimos el amor mutuo y nos preparemos para la venida de tu Hijo.

VEN SEÑOR JESÚS

Te pedimos que Santa María aliente nuestros pasos en este Adviento, y sea Ella quien nos enseñe a crecer en confianza y esperanza en la venida del Reconciliador.

VEN SEÑOR JESÚS (se pueden añadir otras peticiones)

MONITOR: Acudamos a nuestra Madre para que nos obtenga abundantes gracias que nos ayuden a prepararnos, de la misma manera como Ella lo hizo, para recibir al Señor Jesús. Recemos junto un Ave María. Terminemos este momento de oración cantando LOS CIELOS Y LA TIERRA.

LOS CIELOS Y LA TIERRA EN TI SE ENCONTRARÁN,
MARÍA, DULCE ABRAZO QUE EL HOMBRE Y DIOS SE DAN.

1. Las viejas profecías que hablaban del Señor nutrían la esperanza de Israel: la flor que nacería de tierra virginal, un Hijo que sería el Emmanuel.

2. Quien hizo las estrellas al Ángel te envió, que fueras Madre suya te pidió. Dios Todopoderoso no quiso renunciar al gozo de acunarse en tu querer.

3. Los magos y pastores que fueron al portal hallaron en tus brazos a Jesús. Sabemos que a tu lado lo vamos a encontrar lo mismo en la alegría que en la Cruz.

MONITOR: Madre de la Esperanza…

TODOS: Ruega por nosotros.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Tercera liturgia semanal con la corona de Adviento

INDICACIONES

La corona al inciar la liturgia deben estar encendidas la primera y la segunda vela de la corona. Crear un ambiente recogido, con poca luz. Es recomendable colocar una imagen de la Virgen al lado de la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la tercera vela de la corona.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Estamos ya en la tercera semana de Adviento: aumenta nuestra alegría y nuestro jubilo por la venida del Señor Jesús, que estpa cada vez más cerca de nosotros. Empecemos nuestra oración cantando VEN PRONTO SEÑOR (u otro canto apropiado).

1. ¡Oh Pastor de la Casa de Israel!, trae a tu pueblo la ansiada salvación. Verbo Eterno de la boca del Padre, fuiste anunciado por labios de profeta.

¡VEN PRONTO, SEÑOR!
¡LLEGA, OH SALVADOR! (2v)
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
¡VEN, LIBERADOR!

¡CIELOS, LLOVED VUESTRA JUSTICIA!
¡ÁBRETE, TIERRA,
HAZ GERMINAR AL SALVADOR! (2v)

2. El clamor de los pueblos se levanta. Hijo de David, las naciones te esperan. Queremos la llegada de tu Reino. Ven a liberar del pecado a los pueblos.

3. Emmanuel, Salvador de las naciones, eres esperanza del pueblo peregrino. Sol naciente, esplendor de la justicia, Tú nos salvarás con tu brazo poderoso.

4. Esperanza de una Mujer humilde: Ella es la Virgen que pronto dará a luz. Silenciosa, espera al Salvador: llega ya la hora de la liberación.

MONITOR: Vamos a encender la tercera vela de nuestra corona de Adviento. El Señor está más cerca de nosotro sy nos ilumina cada vez más. Abramos nuestro corazón, que muchas veces está en tinieblas, a la luz admirable de su amor.

LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

"La gente le preguntaba: "Pues ¿qué debemos hacer?"

Y él les respondía: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, haga lo mismo". Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?"

Él les dijo: "No exijáis más de lo que os está fijado". Preguntáronle también unos soldados: "Y nosotros ¿qué debemos hacer?"

Él les dijo: "No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada".

Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos diciendo: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con guego que no se apaga".

Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva".

MONITOR: Vamos a encender la tercera vela de nuestra corona. Cantemos OS ANUNCIAMOS (u otro canto apropiado)

CANTAD CON GOZO, CON ILUSIÓN
YA SE ACERCA EL SEÑOR.

1. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor.

2. Os anunciamos el gozo de Adviento con la segunda llama ardiendo; el primer ejemplo Cristo nos dio, vivid unidos en el amor.

3. Os anunciamos el gozo de Adviento con la tercera llama ardiendo; el mundo que vive en la oscuridad brille con esta gran claridad.

MONITOR: Acudamos ahora a Santa María, que colaborando con el Plan del Padre permitió que la luz del Señor ilumine a la humanidad, y pidámosle que siga intercediendo por nosotros en este tiempo de preparación. Recemos juntos la oración.

Brillante Luna de la Nueva Evangelización,
que con tu fulgor iluminas la noche por la que tantos deambulan sin rumbo en el rumbo de la "cultura de muerte"
alumbra todo humano caminar con la luz del Señor Jesús
que sin igual sabes reflejar. Que así sea. Amén.

MONITOR: Terminemos nuestra oración cantando MADRE NUESTRA (u otro canto apropiado).

MADRE NUESTRA, QUE EN MEDIO DE LA NOCHE
DISTE AL MUNDO LA LUZ DEL REDENTOR,
DANOS HOY OTRA VEZ AL ESPERADO,
QUE ANDAMOS COMO OVEJAS SIN PASTOR. (2v)

1. María se llamaba la Virgen que ante el Ángel, aceptando el llamado un "Sí" rotundo dio. En esa Madre nuestra el que hizo tierra y cielo, Dios Todopoderoso, un día se encarnó.

2. Aquel a quien adoran el sol y las estrellas, el que viste las flores y amansa el fiero mar, Dios que a todos ama, con toda su grandeza del seno de María muy pronto nacerá.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cuarta liturgia semanal con la corona de Adviento

INDICACIONES

La corona al inciar la liturgia deben estar encendidas las anteriores velas de la corona. Crear un ambiente recogido, con poca luz. Es recomendable colocar una imagen de la Virgen al lado de la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la tercera vela de la corona.

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Monitor: Alegrémonos porque el Señor está cerca de nosotros y viene a traernos la reconciliación. Encenderemos la cuarta y última vela de nuestra corona. Que este símbolo nos recuerde la proximidad de la venida del Señor Jesús, que viene a traernos alegría y esperanza. Iniciemos la oración de esta semana cantando MORADA DE LA LUZ (u otro canto apropiado)

CELEBREMOS UNIDOS A LA VIRGEN MARÍA,
PORQUE ESTÁBAMOS CIEGOS Y NOS DIO A LUZ EL DÍA,
PORQUE ESTÁBAMOS TRISTES Y NOS DIO LA ALEGRÍA.

1. Mujer tan silenciosa y encumbrada, ahora más que el sol, recibes en tu vientre al mismo Dios, al que es tu Creador.

2. Lo que Eva en una tarde misteriosa buscando nos perdió, Tú, Madre, lo devuelves florecido en fruto salvador.

3. Tú que eres bella puerta del Rey sumo, Morada de la Luz, la puerta nos abriste de los cielos al darnos a Jesús.

LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

"En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque , apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" Y dijo María: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su sierva, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada."

MONITOR: La presencia del Señor Jesús entre nosotros nos llena de gozo y alegría. Es la Madre quien nos lo hace cercano, quien permite que esa Luz llegue a nosotros e ilumine nuestra vida. En compañía de Santa María encendamos la última vela de nuestra corona de Adviento mientras cantamos OS ANUNCIAMOS (u otro canto apropiado).

(Una persona enciende la cuarta vela mientras se entona el canto, de ser posible durante la cuarta estrofa)

CANTAD CON GOZO, CON ILUSIÓN,
YA SE ACERCA EL SEÑOR.

1. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor.

2. Os anunciamos el gozo de Adviento con la segunda llama ardiendo; el primer ejemplo Cristo nos dió, vivid unidos en el amor.

3. Os anunciamos el gozo de Adviento con la tercera llama ardiendo; el muro que vive en la oscuridad brille con esta claridad.

4. Os anunciamos el gozo de Adviento mirad la cuarta llama ardiendo; el Señor está cerca, fuera el temor, estar a punto es lo mejor.

(Se pueden hacer alguna peticiones acudiendo a la intercesión de la Virgen María respondiendo después de cada petición:

POR INTERCESIÓN DE TU MADRE, ESCÚCHANOS SEÑOR.)

MONITOR: Oremos.

Padre misericordioso, que quisiste que tu Hijo se encarnara en el seno de Santa María Virgen, escucha nuestra súplicas y concédenos tu gracia para que sepamos acoger al Señor Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

MÁS CELEBRACIONES CON LA CORONA DE ADVIENTO


a) Celebración de la Corona de Adviento siguiendo la Historia de la Salvación.
Primer Domingo de Adviento
La promesa de salvación.

Para empezar:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el Génesis, capítulo 3:

Adán y Eva se dejaron engañar por el demonio al pensar que podían saber más que Dios y hacer lo que Él había prohibido. Así comenzó el pecado en el mundo y todo se volvió obscuridad para el hombre, pues el pecado nos aleja de Dios. Pero Dios prometió enviarnos a un Salvador.

Vela:
Se enciende la primera vela, que es la vela del arrepentimiento. El color de la vela nos recuerda que es un tiempo de penitencia, de conversión.

Oración:
Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos la familia para tu llegada el día de Navidad.
Te lo pedimos, Señor.

Para terminar:
Te damos gracias, Señor, por mandarnos a tu Hijo a salvarnos y te pedimos ayuda para preparar nuestro corazón a la venida de Cristo.
Amén.

Cantar:
Se puede concluir con una canción que todos conozcan. Se sugiere "Ven, ven, Señor, no tardes".

Ven, Ven Señor, no tardes
Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor, no tardes
Ven, pronto Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.



Segundo Domingo de Adviento
La alianza con Noé.

Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se enciende la vela del domingo anterior, recordando que existía un poco de luz por la promesa del Salvador a pesar del pecado de Adán y Eva. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el Génesis, capítulo 7 y 8:

En la historia de Noé, se ve como el pecado se fue extendiendo en el mundo y los hombres cada vez más se olvidaban de su amor y mandamientos. El arca de Noé nos recuerda el deseo de Dios de salvar a los hombres. El arco iris es el símbolo que nos recuerda el amor de Dios hacia los hombres.

Vela:
Se enciende la segunda vela, que es la vela de la promesa de Navidad, de la promesa de la venida del Salvador.

Oración:
Te pedimos que nos ayudes a no alejarnos
de Ti por las cosas materiales, las prisas, los regalos. Te pedimos nos ayudes a vivir cerca de Ti estos días y siempre.

Reflexión:
Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura del Génesis del Arca de Noé:
En la familia ¿qué nos está alejando de Ti en estos momentos? ¿A qué le estamos dando mayor importancia en nuestra vida?

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede compartir cuáles son sus propósitos para mejorar en la semana.

Para terminar:
Te damos gracias Señor por mandarnos
a tu Hijo a salvarnos y te pedimos ayuda
para preparar nuestro corazón para su venida.
Amén.

Cantar: "Levántate, pueblo mío"

Levántate pueblo mío;
pueblo mío levántate,
viene el Señor.

Brilla ya en tus calles,
en tus plazas
y en los hombres
donde hay amor.

Levántate pueblo mío,
despierta porque sale el sol,
su fuego brilla en la mañana,
el viento canta su voz.

Alégrate pueblo mío,
ya llega nuestro Salvador
Su luz nos llena de esperanza
su fuego alegra el corazón.

Su reino es de justicia,
de esperanza,
su reino es de salvación.



Tercer Domingo de Adviento:
Los Mandamientos


Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las dos velas de los domingos anteriores recordando cómo la luz fue regresando para el hombre con la promesa de salvación y con la alianza de Noé. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el libro del Éxodo :

Moisés fue escogido por Dios para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Este es un símbolo de la liberación del pecado por la venida de Jesús al mundo. Más adelante, Dios le da los diez mandamientos a Moisés en el monte Sinaí, con los que nos muestra el camino para la salvación y se abre una luz en la vida de los hombres.

Vela:
Se enciende la tercera vela, que representa al amor de Jesús por los hombres.

Oración:
Te pedimos Señor nos ayudes a cumplir
con tus mandamientos para poder acercarnos
a Ti durante toda nuestra vida.

Reflexión:
Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura anterior:
En la familia: ¿cómo estamos cumpliendo los mandamientos de Dios? ¿Qué mandamiento nos está costando más trabajo cumplir?

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede compartir cuáles son sus propósitos para mejorar esta semana.

Para terminar:
Te damos gracias Señor por dejarnos un camino
a seguir con tus mandamientos
y te pedimos nos ayudes a cumplirlos
para preparar nuestro corazón a tu venida. Amén.

Cantar: "Allanad los caminos"

Hay que allanar las sendas de la vida,
porque el Señor está cerca. (bis)

Los ojos de los ciegos se han despegado.
Las lenguas de los mudos cantan tu gloria,
los cojos han saltado como los ciervos:
todo quiere hacerse vida.

Estad siempre alegres en el Señor.
Sed fieles y constantes en el orar.
Guardaos de maldades y desprecios:
Dios cumple sus promesas.

Si quieres que cumpla las profecías;
si quieres la gloria de tu Señor;
si quieres que tu Dios venga a visitarte:
Cuida y limpia sus caminos.



Cuarto Domingo de Adviento
La Anunciación

Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las tres velas de los domingos anteriores recordando cómo se fue haciendo la luz para los hombres en la promesa de salvación, en la alianza con Noé y la alianza con Moisés. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el pasaje de La anunciación de San Lucas 1, 26-38:
Con el mensaje que el ángel lleva a María se hace realidad la promesa de salvación a los hombres. Gracias a su "sí" se pudieron llevar a cabo los planes de dios para el mundo.

Vela:
Se enciende la cuarta vela que representa la llegada de Cristo a los corazones.

Oración:
Señor, te pedimos nos ayudes a estar
siempre dispuestos a dar un "sí"
a lo que nos pidas en nuestras vidas.

Reflexión:
Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura anterior:
¿Cómo hemos cumplido con lo que Dios nos ha mandando en nuestras vidas? ¿Qué tanto hemos aceptado la voluntad de Dios en nuestras vidas?
¿Estamos dispuestos a dar un sí a lo que Dios nos pida?

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede decir cuáles son sus propósitos para mejorar en la semana.

Para terminar:
Te damos gracias, Señor, por haber enviado
a tu Hijo a salvarnos y
por darnos una Madre en el Cielo.
Amén.

Cantar: "Dijo que sí María"

Dijo que sí María, cuando al amanecer
pudo ofrecer su casa al Santo de Israel.
Era un jardín la Virgen, Dios quiso ser clavel,
nunca mi pobre tierra, fuera tan buen vergel.

Dijo que sí María y al recibirle a Él
en su morada humilde nos acogió también,
Madre de Dios y nuestra, Virgen de Nazaret,
En tu jardín de amores yo quiero florecer.

Dijo que sí María cuando al amanecer,
supo Dios quería en su jardín nacer.
nunca mi pobre tierra fuera tan buen vergel
Dijo que sí María cuando al amanecer,
Dios la envolvió en su sombra.

B) Celebración de la Corona de Adviento analizando la presencia de Jesucristo y sus enseñanzas en la vida familiar.

Primer Domingo de Adviento
El amor familiar.

Para comenzar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se apagan las luces y se lee el texto de San Juan 3, 7-11:
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios. Y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió a su Hijo único. A Dios nadie lo ha visto nunca, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros.

-Esta es palabra de Dios.
-Te alabamos Señor.

Oración:
Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos la familia para tu llegada el día de Navidad.

Vela:
Encender la primera vela recordando qué significa penitencia, conversión de corazón.

Para reflexionar:
Hacer la siguiente pregunta ¿Cómo hemos amado este año en nuestra familia? El que desee responder en alto, lo puede hacer.

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia dirá cuáles serán sus propósitos para mejorar y hará un compromiso para cumplirlos durante la semana.

Oración:
Dios Padre, gracias por darnos una familia. Te pedimos que, ahora que comienza el adviento, en nuestra familia podamos demostrarnos el amor que nos tenemos y vivamos cada día más unidos. Te pedimos llenar nuestro hogar de tu amor divino. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de la mano y rezan juntos el Padre nuestro. Se encienden las luces y se canta una canción.

Para cantar: "Ven, Ven, Señor, no tardes"

Ven, ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.


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Segundo domingo de adviento
La servicialidad en la familia.

Para empezar: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se enciende la vela del domingo anterior, se apagan las luces y se lee el Evangelio de san Marcos 10, 43.45:
No ha de ser así entre vosotros; antes, si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, sea siervo de todos, pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.
-Esta es palabra de Dios.
-Te alabamos, Señor.

Vela:
Se enciende la segunda vela de Adviento.

Para reflexionar:
Guardar unos minutos en silencio y hacer la siguiente pregunta: En nuestro hogar ¿cómo nos ayudamos unos a otros diariamente? Cada miembro de la familia, si lo desea, puede responder en voz alta la respuesta.

Propósitos:
Después de la reflexión anterior, cada quien dirá cual será su propósito a cumplir en la semana.

Para orar:
Padre, que nos has dado una familia en la que todos nos ayudamos y somos felices, te pedimos bendecir nuestros trabajos y tareas de todos los días para que cumplamos con más ganas y alegría la tarea que nos toca hacer a cada uno de los miembros de esta familia en nuestro hogar. Amén.

Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de las manos y rezan juntos un padrenuestro. Se encienden las luces y se canta una canción.

Para cantar:
Cantar la canción "Amar es entregarse"

Amar es entregarse olvidándose de sí
buscando lo que al otro pueda hacer feliz.

Qué lindo es vivir para amar
Qué grande es tener para dar
Dar alegría, felicidad
Darse uno mismo, eso es amar.

Si te amas como a ti mismo
y te entregas a los demás,
verás que no hay egoísmo
que no puedas superar.

Qué lindo es vivir para amar
Qué grande es tener para dar
dar alegría y felicidad
darse uno mismo eso es amar.


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Tercer domingo de adviento
Ser mejor en familia.

Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las dos velas de los domingos anteriores, se apagan las luces y se lee la lectura del Evangelio según San Mateo 5, 13-16:

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Para nada aprovecha ya, sino para tirarla y que la pisen los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad asentada sobre un monte, ni se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa. así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo nuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.

-Esta es palabra de Dios.
-Gloria a ti, Señor Jesús.

Vela:
Se enciende la tercera vela de Adviento.

Para reflexionar:
Después de la lectura anterior, se guardan unos minutos en silencio y se hace la siguiente pregunta: ¿qué hago yo para que mi familia sea mejor? Cada miembro de la familia puede responder en voz alta si desea.

Propósitos:
Cada miembro de la familia puede decir cuál es su propósito durante la semana y se comprometerá a cumplirlo.

Para orar:
Padre, en nuestra familia crecemos y aprendemos a ser mejores, te pedimos hoy que nos ayudes a ser una familia cristiana y ser un buen ejemplo para los que nos rodean, Te pedimos fuerzas para mejorar o cambiar lo que sea necesario de nosotros para que nuestra familia sea mejor cada día. Amén.

Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de la mano y rezan juntos el Padre nuestro. Se encienden las luces y se canta una canción.

Para cantar: "Jesús ¿quién eres Tú?

Jesús ¿quién eres Tu?
tan pobre al nacer, que mueres en cruz.
Tú das paz al ladrón,
inquietas al fiel, prodigas perdón.
Tú, siendo creador,
me quieres a mí, que soy pecador.
Tú dueño y Señor
me pides a mí, salvar la Creación.
Jesús ¿quién eres Tú?
tan pobre al nacer, que mueres en cruz.
Tú das paz al ladrón
inquietas al fiel, prodigas perdón.
Tú, dueño y Señor
me pides a mi salvar la creación
Jesús ¿quién eres Tú?

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Cuarto domingo de adviento
La presencia de Dios en nuestra familia

Para empezar:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las tres velas de los domingos anteriores y se lee la lectura del Evangelio según San Mateo 7, 24-25:
Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre roca.
-Esta es palabra de Dios.
-Gloria a Ti Señor Jesús.

Vela:
Encender la última vela del Adviento.

Para reflexionar:
Guardar unos minutos en silencio y hacer la siguiente pregunta: ¿De qué manera se ha manifestado la presencia de Dios en nuestra familia durante el año? ¿Lo hemos dejado actuar o le hemos estorbado? Cada uno podrá responder si desea.

Propósitos:
Después de la lectura anterior, cada uno de los miembros de la familia, dirá cuál es su propósito para la semana y se comprometerá a cumplirlo.

Para orar:
Padre, que nos has dado una familia en la cuál te hemos conocido y amado, ayúdanos a vivir teniéndote siempre presente en nuestras vidas. Te pedimos que en esta Navidad nos regales el quedarte con nosotros en nuestros corazones y sentir que vives en nuestro hogar, en nuestras familias. Amén.

Para terminar:
Todos los miembros de la familia se toman de las manos para rezar juntos un Padrenuestro. Se encienden las luces y se canta una canción.

Para cantar: "El camino que lleva a Belén".

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ropo pom pom, ropo pom pom.

Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios.
Yo quisiera traer a tus pies
algún presente que te alabe Señor
más Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropo pom, pom, ropo pom, pom


Sentido del Adviento


«El Adviento y la Navidad han experimentado un incremento de su aspecto externo y festivo profano tal que en el seno de la Iglesia surge de la fe misma una aspiración a un Adviento auténtico: la insuficiencia de ese ánimo festivo por sí sólo se deja sentir, y el objetivo de nuestras aspiraciones es el núcleo del acontecimiento, ese alimento del espíritu fuerte y consistente del que nos queda un reflejo en las palabras piadosas con que nos felicitamos las pascuas. ¿Cuál es ese núcleo de la vivencia del Adviento?

Podemos tomar como punto de partida la palabra «Adviento»; este término no significa «espera», como podría suponerse, sino que es la traducción de la palabra griega parusía, que significa «presencia», o mejor dicho, «llegada», es decir, presencia comenzada. En la antigüedad se usaba para designar la presencia de un rey o señor, o también del dios al que se rinde culto y que regala a sus fieles el tiempo de su parusía. Es decir, que el Adviento significa la presencia comenzada de Dios mismo. Por eso nos recuerda dos cosas: primero, que la presencia de Dios en el mundo ya ha comenzado, y que él ya está presente de una manera oculta; en segundo lugar, que esa presencia de Dios acaba de comenzar, aún no es total, sino que esta proceso de crecimiento y maduración. Su presencia ya ha comenzado, y somos nosotros, los creyentes, quienes, por su voluntad, hemos de hacerlo presente en el mundo. Es por medio de nuestra fe, esperanza y amor como él quiere hacer brillar la luz continuamente en la noche del mundo. De modo que las luces que encendamos en las noches oscuras de este invierno serán a la vez consuelo y advertencia: certeza consoladora de que «la luz del mundo» se ha encendido ya en la noche oscura de Belén y ha cambiado la noche del pecado humano en la noche santa del perdón divino; por otra parte, la conciencia de que esta luz solamente puede —y solamente quiere— seguir brillando si es sostenida por aquellos que, por ser cristianos, continúan a través de los tiempos la obra de Cristo. La luz de Cristo quiere iluminar la noche del mundo a través de la luz que somos nosotros; su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de nosotros. Cuando en la noche santa suene una y otra vez el himno Hodie Christus natus est, debemos recordar que el inicio que se produjo en Belén ha de ser en nosotros inicio permanente, que aquella noche santa es nuevamente un «hoy» cada vez que un hombre permite que la luz del bien haga desaparecer en él las tinieblas del egoísmo (...) el niño ‑ Dios nace allí donde se obra por inspiración del amor del Señor, donde se hace algo más que intercambiar regalos.

Adviento significa presencia de Dios ya comenzada, pero también tan sólo comenzada. Esto implica que el cristiano no mira solamente a lo que ya ha sido y ya ha pasado, sino también a lo que está por venir. En medio de todas las desgracias del mundo tiene la certeza de que la simiente de luz sigue creciendo oculta, hasta que un día el bien triunfará definitivamente y todo le estará sometido: el día que Cristo vuelva. Sabe que la presencia de Dios, que acaba de comenzar, será un día presencia total. Y esta certeza le hace libre, le presta un apoyo definitivo (...)».

Alegraos en el Señor

(...) «“Alegraos, una vez más os lo digo: alegraos”. La alegría es fundamental en el cristianismo, que es por esencia evangelium, buena nueva. Y sin embargo es ahí donde el mundo se equivoca, y sale de la Iglesia en nombre de la alegría, pretendiendo que el cristianismo se la arrebata al hombre con todos sus preceptos y prohibiciones. Ciertamente, la alegría de Cristo no es tan fácil de ver como el placer banal que nace de cualquier diversión. Pero sería falso traducir las palabras: «Alegraos en el Señor» por estas otras: «Alegraos, pero en el Señor», como si en la segunda frase se quisiera recortar lo afirmado en la primera. Significa sencillamente «alegraos en el Señor», ya que el apóstol evidentemente cree que toda verdadera alegría está en el Señor, y que fuera de él no puede haber ninguna. Y de hecho es verdad que toda alegría que se da fuera de él o contra él no satisface, sino que, al contrario, arrastra al hombre a un remolino del que no puede estar verdaderamente contento. Por eso aquí se nos hace saber que la verdadera alegría no llega hasta que no la trae Cristo, y que de lo que se trata en nuestra vida es de aprender a ver y comprender a Cristo, el Dios de la gracia, la luz y la alegría del mundo. Pues nuestra alegría no será auténtica hasta que deje de apoyarse en cosas que pueden sernos arrebatadas y destruidas, y se fundamente en la más íntima profundidad de nuestra existencia, imposible de sernos arrebatada por fuerza alguna del mundo. Y toda pérdida externa debería hacernos avanzar un paso hacia esa intimidad y hacernos más maduros para nuestra vida auténtica.

Así se echa de ver que los dos cuadros laterales del tríptico de Adviento, Juan y María, apuntan al centro, a Cristo, desde el que son comprensibles. Celebrar el Adviento significa, dicho una vez más, despertar a la vida la presencia de Dios oculta en nosotros. Juan y María nos enseñan a hacerlo. Para ello hay que andar un camino de conversión, de alejamiento de lo visible y acercamiento a lo invisible. Andando ese camino somos capaces de ver la maravilla de la gracia y aprendemos que no hay alegría más luminosa para el hombre y para el mundo que la de la gracia, que ha aparecido en Cristo. El mundo no es un conjunto de penas y dolores, toda la angustia que exista en el mundo está amparada por una misericordia amorosa, está dominada y superada por la benevolencia, el perdón y la salvación de Dios. Quien celebre así el Adviento podrá hablar con derecho de la Navidad feliz bienaventurada y llena de gracia. Y conocerá cómo la verdad contenida en la felicitación navideña es algo mucho mayor que ese sentimiento romántico de los que la celebran como una especie de diversión de carnaval».

Estar preparados...

«En el capitulo 13 que Pablo escribió a los cristianos en Roma, dice el Apóstol lo siguiente: “La noche va muy avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistamos las armas de la luz. Andemos decentemente y como de día, no viviendo en comilonas y borracheras, ni en amancebamientos y libertinajes, ni en querellas y envidias, antes vestíos del Señor Jesucristo...” Según eso, Adviento significa ponerse en pie, despertar, sacudirse del sueño. ¿Qué quiere decir Pablo? Con términos como “comilonas, borracheras, amancebamientos y querellas” ha expresado claramente lo que entiende por «noche». Las comilonas nocturnas, con todos sus acompañamientos, son para él la expresión de lo que significa la noche y el sueño del hombre. Esos banquetes se convierten para San Pablo en imagen del mundo pagano en general que, viviendo de espaldas a la verdadera vocación humana, se hunde en lo material, permanece en la oscuridad sin verdad, duerme a pesar del ruido y del ajetreo. La comilona nocturna aparece como imagen de un mundo malogrado. ¿No debemos reconocer con espanto cuan frecuentemente describe Pablo de ese modo nuestro paganizado presente? Despertarse del sueño significa sublevarse contra el conformismo del mundo y de nuestra época, sacudirnos, con valor para la virtud v la fe, sueño que nos invita a desentendernos a nuestra vocación y nuestras mejor posibilidades. Tal vez las canciones del Adviento, que oímos de nuevo esta semana se tornen señales luminosas para nosotros que nos muestra el camino y nos permiten reconocer que hay una promesa más grande que la el dinero, el poder y el placer. Estar despiertos para Dios y para los demás hombres: he ahí el tipo de vigilancia a la que se refiere el Adviento, la vigilancia que descubre la luz y proporciona más claridad al mundo».

Juan el Bautista y María

«Juan el Bautista y María son los dos grandes prototipos de la existencia propia del Adviento. Por eso, dominan la liturgia de ese período. ¡Fijémonos primero en Juan el Bautista! Está ante nosotros exigiendo y actuando, ejerciendo, pues, ejemplarmente la tarea masculina. Él es el que llama con todo rigor a la metanoia, a transformar nuestro modo de pensar. Quien quiera ser cristiano debe “cambiar” continuamente sus pensamientos. Nuestro punto de vista natural es, desde luego, querer afirmarnos siempre a nosotros mismos, pagar con la misma moneda, ponernos siempre en el centro. Quien quiera encontrar a Dios tiene que convertirse interiormente una y otra vez, caminar en la dirección opuesta. Todo ello se ha de extender también a nuestro modo de comprender la vida en su conjunto. Día tras día nos topamos con el mundo de lo visible. Tan violentamente penetra en nosotros a través de carteles, la radio, el tráfico y demás fenómenos de la vida diaria, que somos inducidos a pensar que sólo existe él. Sin embargo, lo invisible es, en verdad, más excelso y posee más valor que todo lo visible. Una sola alma es, según la soberbia expresión de Pascal, más valiosa que el universo visible. Mas para percibirlo de forma vida es preciso convertirse, transformarse interiormente, vencer la ilusión de lo visible y hacerse sensible, afinar el oído y el espíritu para percibir lo invisible. Aceptar esta realidad es más importante que todo lo que, día tras día, se abalanza violentamente sobre nosotros. Metanoeite: dad una nueva dirección a vuestra mente, disponedla para percibir la presencia de Dios en el mundo, cambiad vuestro modo de pensar, considerar que Dios se hará presente en el mundo en vosotros y por vosotros. Ni siquiera Juan el Bautista se eximió del difícil acontecimiento de transformar su pensamiento, del deber de convertirse. ¡Cuán cierto es que éste es también el destino del sacerdote y de cada cristiano que anuncia a Cristo, al que conocemos y no conocemos!».


Palabras del Cardenal Joseph Ratzinger sobre el Adviento