Génesis 1, 26-28, 31a
Macho y hembra los creó
Génesis 24, 48-51, 58-67
Isaac amó a Rebeca y así se consoló de la muerte de su madre.
Tobías 7, 9-10, 11-15
Que el Señor los mantenga unidos hasta la vejez y los llene de bendiciones.
Cantar de los cantares 2, 8-10, 14, 16a; 8, 6-7a
El amor es tan fuerte como la muerte.
Eclesiástico 26, 1-4, 16-21.
Como la salida del sol es la belleza de una buena esposa en una casa bien atendida.
Jeremías 31, 31-32a, 33-34a.
Haré un nuevo pacto con la Casa de Israel y de Judá.
Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios 5, 2a, 21-33
Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo que los amó a ustedes, entregándose por nosotros.
Sométanse unos a otros por consideración a Cristo. Que las esposas se sometan a sus maridos como al Señor, porque Cristo es la cabeza de la Iglesia y la salva, así el esposo es la cabeza de la esposa; y como la Iglesia se somete a Cristo, así deben someterse las esposas a sus maridos en todo. Los esposos deben amar a sus esposas, así como Cristo amó a la Iglesia y se sacrificó por ella para santificarla. Quería que esta esposa fuera santa y por eso la limpió con el bautismo del agua junto a la palabra. Deseaba presentársela a sí mismo muy gloriosa, sin mancha ni arruga, ni nada parecido, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a sus esposas como aman a sus propios cuerpos . Para un hombre amar a su esposa es como amarse a sí mismo. Y nadie jamás ha aborrecido su cuerpo, al contrario lo alimenta y lo cuida. Eso es justamente lo que Cristo hace por la iglesia, pues es su cuerpo - y nosotros somos sus partes vivientes.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse con su esposa y los dos formarán un solo ser.
Este misterio es muy grande y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En resumen, también ustedes, que cada cual ame a su esposa como a sí mismo y que la esposa respete a su marido.
Romanos 8, 31b-35, 37-39.
¿Quién nos separará del amor de Cristo?
Romanos 12, 1-2, 9-18
Entreguen a Dios sus cuerpos como sacrificio vivo y santo que le agrade.
I Corintios 6, 13c-15a, 17-20.
Tu cerpo es templo del Espíritu.
I Corintios 12, 31; 13, 8a.
Si no tengo amor, no me hará bien.
Colosienses 3, 12-17
Sobre todo tienen amor, que es el enlace de la perfección.
I Pedro 3, 1-9
Ustedes deben de ponerse de acuerdo, sean compasivos y amen a sus hermanos.
I Juan 3, 18-24.
Nuestro amor debe ser real y activo.
I Juan 4, 7-12
Dios es amor.
Revelación 19, 1, 5-9a
Felices son aquellos que son invitados a la fiesta nupcial del Cordero.
SALMO RESPONSORIAL Cf. Ps 128, 1-2, 2, 4-5
R. (1a) Felices los que temen al Señor.
o: R (4) Vean cómo bendice el Señor a quienes le temen.
O Benditos son los que temen al Señor
y siguen sus caminos
Por el trabajo de sus manos comerán.
Serán felices y prósperos. R.
Tu esposa será como una vid fructífera
en el corazón de tu casa;
tus hijos como semillas del olivo,
alrededor de tu mesa. R.
En verdad será bendecido
el hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Zión
todos los días de tu vida. R.
Salmo 33, 12 y 18, 20-21, 22
R. (5b) La tierra está llena de bendiciones del Señor.
Salmo 34, 2-3, 4-5, 6-7, 8-9
R. (2a) Bendeciré al Señor todos los tiempos.
o: R. (9a) Prueba y ve las bondades del Señor.
Salmo 103, 1-2, 8 y 13, 17-18a
R. El Señor es amable y misericordioso.
o:
R. (17) La misericordia del Señor es duradera para aquellos que le temen.
Salmo 112, 1-2, 3-4, 5-7a, 7bc-8, 9
R. (1b) Felices son aquellos que hacen lo que el Señor les ordena.
o:
R. Aleluya
Salmo 145, 8-9, 10 y 15, 17-18
R. (9a) El Señor es compasivo con todas sus creaturas
Salmo 148, 1-2, 34, 9-10, 11-12ab, 12c-14a
R. (12c) Oremos en nombre del Señor
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 2, 1-11
Hubo una boda en Caná de Galilea. La madre de Jesus estaba ahí, y Jesús y sus discípulos también fueron invitados. Cuando se terminó el vino, porque el vino que tenían preparado para la boda se había terminado, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino". Jesús dijo: "Mujer ¿Por qué me lo dices? Mi hora no ha llegado todavía". Su madre les dijo a los sirvientes: "Hagan lo que él les diga". Había ahí seis tinajas de piedra, destinadas a las abluciones que acostumbraban los judíos, cada una contenía veintitrés galones. Jesús dijo a los sirvientes, "Llenen las jarras de agua" y ellos las llenaron hasta el borde. "Saquen un poco ahora" les dijo "y dénselo al mayordomo". Ellos lo hicieron; el mayordomo probó el agua, que se había convertido en vino. No teniendo idea de donde provenía -sólo los sirvientes que habían sacado el agua lo sabían- el mayordomo llamó al novio y dijo "la gente generalmente sirve el mejor vino primero, y guarda el más barato hasta que los invitados estén bebidos; pero tú guardaste el mejor vino hasta ahora".
Este fue el primero de los signos dados por Jesús: fue dado en Caná de Galilea. El dejó que su gloria apareciera, y sus discípulos creyeron en él.
Mateo 5, 1-12
Regocíjense y alégrense, porque su premio será grande en el cielo.
Mateo 5, 13-16
Tu eres la luz del mundo.
Mateo 7-21, 24-29
El construyó su casa en la roca.
Mateo 19, 3-6
Así, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Mateo 22, 35-40
Este es el principal y primer mandamiento. El segundo es similar a éste.
Marcos 10, 6-9.
Ellos ya no son dos, sino un solo cuerpo.
Juan 15, 9-12.
Permanezcan en mi amor.
Juan 15, 12-16.
Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros.
Juan 17, 20-26.
Que ellos sean uno solo.
Juan 17, 20-26
Que ellos sean uno solo.
sábado, 2 de diciembre de 2006
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